Jujeñazo
Jujeñazo: la pelea está en las calles, en el territorio
Todo aparentaba tranquilo en Jujuy, al menos desde otras partes del país. El oficialismo ganó la elección mientras Morales aparecía en las publicidades de los medios hegemónicos hablando de su maravillosa gestión, del litio, y del «fin de los cortes de ruta». De una provincia pujante, que avanza hacia el futuro, con educación y un «estado presente». Todo eso desde las palabras del propio Morales. Poco se hablaba de los 36.000 pesos de básico que cobra la docencia en Jujuy, de lo que sucedía segundos después de apagar las cámaras en la inauguración de un hospital donde se llevaban su interior a otro inmueble, quizás para otra inauguración. Poco informaban los mismos medios que exhibían esas publicidades, mientras los docentes iniciaban un paro con masivas movilizaciones. Mientras las redes sociales desbordaban los cercos mediáticos.
Por Redacción ANRed. RMD • 21/06/2023 10:31 • Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
Fueron días de movilizaciones y huelgas protagonizadas por trabajadores de la Educación y de la Salud que comenzaron a gestar está jornada histórica, este «Jujeñazo».
Pero luego comenzaron a levantarse las comunidades de los pueblos originarios en el «Tercer Malón de la Paz» contra los proyectos del extractivismo. En defensa del territorio.
Gerardo Morales, ante la llegada de las columnas indígenas, decidió adelantar el tratamiento de la reforma Constitucional. El gobernador no podía soportar el nacimiento de su proyecto rodeado de una masiva protesta con la Legislatura vallada y la clase media aplaudiendo.
Y ese jueves se aprobó de manera escandalosa la reforma constitucional. Sin oposición, fue pasando por las distintas comisiones con 40 votos positivos de la UCR y un sector del PJ. Aquel día, los constituyentes del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT)-Unidad se retiraron denunciando la maniobra.
En las últimas elecciones en mayo se eligió al sucesor de Morales y a los 48 congresales constituyentes para modificar la Constitución. Entre las principales reformas que instala la reforma constitucional se encuentran: – Poner límites a la protesta social. – Restricción indígena a la tierra: desde ahora será el Estado en reconocer la personería jurídica sobre la tierra a las comunidades, así como la posesión que están ocupando. – Hay una alegoría a la defensa de la propiedad privada. – Y un artículo que afecta particularmente a los recursos naturales: pues ahora la provincia podrá realizar convenios directos con multinacionales extractivistas. (tendencia que ya se venía dando).
Y es que para las fuerzas políticas hegemónicas en la provincia hay dos amenazas:
– Primero, las comunidades indígenas arraigadas en el territorio ambicionado por las empresas multinacionales podrían ser un problema para “las inversiones”. – La potencialidad comunitaria de resistencia que se está viendo en esta ya histórica jornada denominada “Tercer Malón de la Paz”. – Es claro que la intervención de las columnas marchando a San Salvador de Juju para llegar a las sesiones del 20, en la que se iba a dar la votación de la reforma, fue lo que provocó la maniobra de Morales para adelantar el tratamiento y luego la respuesta represiva, no en la Capital provincial, donde estaba el núcleo duro de la protesta, sino en los cortes en los pueblos del interior de la provincia, dónde tienen fuerte presencia las comunidades.
– La otra amenaza es el FIT, ya consolidada como tercer fuerza a nivel provincial. Desde varias elecciones la izquierda viene cosechando muchos votos. En el plano institucional, un obstáculo. – En la reforma se fortalece el sistema de dos partidos ganadores y las terceras fuerzas menos representadas. – El diputado Vilca toma relevancia nacional , tiene potencial. De hecho, Morales señala a “la izquierda” como la única opositora y “disparatada” en Jujuy. – Morales utiliza el fantasma de Milagro Salas para lograr el apoyo urbano contra las protestas. Pese a ello, las movilizaciones indígenas ganaron simpatía en ciertos sectores de las clases medias, que salieron a aplaudir como nunca, recordando el viejo canto de unidad del 2001 de «piquete y cacerola, la lucha es una sola».