Ciencia y Tecnología

Bal masqué – Un tránsito enmascarado

Las medidas sanitarias aconsejadas para atravesar la pandemia de COVID19 en todo el mundo, abarcan una variedad de acciones que pueden alterar la manera en que percibimos a los otros y desafiar las formas de comunicación. 

Por Irene Adler • 25/04/2022 00:05 • Tiempo estimado de lectura: 8 minutos

Dos años después de que el alerta en Wuhan por un virus desconocido se esparciera por el mundo, la letalidad del SARS COVID 19 conocido popularmente como Corona Virus o simplemente como COVID parece estar bajo control. Sin embargo, el proceso de adaptación y supervivencia que comenzó en 2020 representa una usina de elaboraciones científicas y tecnológicas así como modificaciones en nuestras conductas en pos de un estado sanitario que nos permita superar la pandemia. Desde el desarrollo de las vacunas hasta los hábitos de higiene fueron reformulaciones en nuestra forma de vida sin embargo, estas transformaciones también implicaron nuevos hábitos en la socialización.

Luego de la primera etapa de confinamiento y antes de que se comenzara a hacer efectiva la campaña de vacunación a nivel global[1], muchos gobiernos implementaron medidas graduales para habitar el espacio público con el menor riesgo de contagio posible. Se recomendó el uso de mascarillas o barbijos, al principio de fabricación casera y más tarde, con especificaciones sobre el diseño y los materiales que nos alejarían de contagios.

Mientras el hábito de utilizar mascarillas era común en algunos países asiáticos incluso antes de la pandemia, resultó ser una de las alteraciones más profundas para el día a día de los occidentales y quizás lejos de la ansiedad por las tasas de ocupación de terapias intensivas o por la cantidad de muertes por COVID 19, este tránsito enmascarado también ocupó la atención de investigadores en temáticas como el reconocimiento e interpretación de expresiones faciales y emociones; la comunicación e interacciones sociales y; el reconocimiento facial tanto humano como por mecanismos de inteligencia artificial.

Las investigaciones sobre posibles cambios en la percepción y comunicación interpersonal se abordaron dentro de contextos culturales comparados para conocer el impacto social del uso de las mascarillas en sociedades donde el fenómeno era nuevo y aquellas que tenían el hábito incorporado. Las editoras Karen Lander y Gabrielle Saunders compilan para Springer Open una serie de artículos y pre-prints cuyo objetivo es desarrollar métricas y caracterizaciones cualitativas sobre cómo y por qué las mascarillas influencian nuestra percepción y la comunicación verbal con especial atención a la relevancia cognitiva y de mecanismos de conducta, así como también sus implicancias y limitaciones.


[1] Actualmente las campañas de vacunación dependen de la capacidad de negociación de los distintos Estados con los laboratorios que las elaboran ya que implican una erogación económica para obtener las dosis y para organizar la infraestructura de alcance para toda la población. Si bien esto pone de relieve la desigualdad de oportunidades de continentes y regiones enteras, no es materia de este artículo.

Da Ya Think I’m Sexy?

Hies y Lewis, psicólogos e investigadores de la Universidad de Cardiff, Wales, UK, quedaron sorprendidos al descubrir que tanto hombres como mujeres consideran que el uso de los barbijos son un plus a la hora de encontrar a personas desconocidas un poco más atractivas. Esta hipótesis tiene antecedentes previos a la pandemia por COVID 19: en 2016, Miyazaki y Kawahara llevaron a cabo un estudio que medía el creciente nivel de atracción hacia mujeres en Japón que utilizaban barbijo, en parte porque oculta rasgos faciales poco deseables como marcas de acné.

En la Tierra del Sol Naciente el uso de mascarillas se popularizó a comienzos de siglo por las medidas adoptadas para prevenir el contagio de influenza y otros virus en las vías respiratorias, mientras que para Europa y gran parte de los países occidentales, el hábito de llevar media cara tapada resultó una novedad, no ajeno a debates por fuera de la cuestión central acerca de las medidas preventivas para evitar contagios masivos. Los cuestionamientos por el uso de mascarillas reportaron preocupaciones del orden filosófico-político, de impacto medioambiental y hasta en el mercado de la moda así como también estudios sobre posibles cambios en la percepción en las relaciones interpersonales. Así, no es cualquiera cosa que nos tape media cara lo que incrementa las posibilidades de ser atractivo, es específicamente el uso de mascarillas descartables de tipo quirúrgico.

Un dato curioso que reportó el estudio dirigido por Lewis es que antes de la pandemia, los barbijos tenían el efecto contrario reduciendo el nivel de atractivo en otras personas ya que su uso se relacionaba con enfermedades de larga convalecencia, alto contagio o inmunodeprimidos por tratamientos como la quimioterapia. El cambio radical de signo en la percepción de personas con mascarillas de tipo quirúrgico puede estar vinculado a las personas que lo utilizan, es decir, los trabajadores de la salud que en el imaginario social son asociados al cuidado de las personas y a profesiones de ese campo. Al mismo tiempo, indica Lewis, puede que el uso de mascarillas quirúrgicas nos genere confianza y sentimientos positivos cuando nos sentimos vulnerables ante una amenaza desconocida.

“La pandemia ha cambiado nuestra psicología sobre cómo percibimos el uso de mascarillas. Cuando vemos alguien usando una mascarilla ya no pensamos más esa es una persona enferma, necesito mantenerme alejado”. 

El paso a paso del estudio: Metodología

La primera parte de la investigación se realizó en febrero de 2021 en el Reino Unido cuando la población estaba obligada a usar mascarillas solo en ciertas circunstancias. Hies y Lewis seleccionaron 43 mujeres y les pidieron que clasificaran del 1 al 10 el nivel de atractivo que les significaban una serie de fotografías de hombres, algunos de ellos utilizando mascarillas de distinto tipo (quirúrgicas, caseras, KN95, etc.) y otros con la cara completamente descubierta.

La metodología se inspira en la propuesta por Miyazaki y Kahawara en 2016 para el estudio japonés. Ambos estudios estuvieron dirigidos exclusivamente a participantes mujeres blancas heterosexuales entre 18 y 24 años. Las fotografías utilizadas para el estudio fueron exclusivamente retratos frontales, seleccionadas de una base de datos de rostros (Chicago Face Database CFD).  Las imágenes abarcaron representación una variedad de rasgos físicos y étnicos. Luego de esta primera selección que se organizó siguiendo la escala de Likert, se procedió a implementar otro estímulo visual donde se exponían fotografías del mismo rostro con más puntuación utilizando distinto tipo de obstáculos para visualizar la cara: la primera imagen mostraba el rostro, la segunda cubría la parte inferior de la cara con un libro, la tercera y la cuarta también estaban semi-cubierta don mascarillas de distinta clase.

El estímulo final del estudio fue construido con 40 imágenes de rostros de la misma base de datos (CFD) combinadas entre sí con un software que edita digitalmente nuevas imágenes de acuerdo a los estímulos visuales recibidos por la puntuación de los sujetos.

Dicen los investigadores que los primeros resultados muestran una clara relación relaciona con la psicología evolucionista y por qué seleccionamos a las parejas que seleccionamos. Las enfermedades y evidencia de enfermedades pueden jugar un rol importante en la selección de compañeros, previamente cualquier aspecto que indique enfermedad podría ser un gran depresor de nuestra atracción. Ahora podemos observar un cambio en nuestra psicología ya que las mascarillas no están actuando como señal de contaminación.

Los resultados del primer estudio de Hies y Lewis ha sido publicado en el Journal Cognitive Research: Principles and Implications. El segundo estudio que se encuentra en desarrollo incluye experimentación sobre la percepción de sujetos varones heterosexuales  y también incluye sujetos representantes de diversidades sexuales.

Es posible también que el uso de las mascarillas incrementen el nivel de atractivo en una persona porque la atención está directamente dirigida a los ojos y la mirada de los otros (Lewis).

En otros estudios vinculados se ha probado cubrir el lado derecho o el izquierdo del rostro, algo que también incrementa el atractivo en parte porque el cerebro tiende a completar los vacíos y exagerar el impacto total de acuerdo a parámetros de simetría y estándares comunes de belleza.

Fuentes