Córdoba obrera
Desaparición de Yamila Cuello: “¿Dónde está mi hermana?”
El próximo 25 de octubre, se cumplen 12 años de la desaparición de Yamila Cuello. Desde el primer momento, la familia apuntó contra Néstor Simone, ex pareja de la joven, pero nunca fueron escuchades. A comienzos de septiembre, lo detuvieron e imputaron, junto a su hermano, por homicidio y trata de personas. El reclamo por la verdad y la aparición con vida de Yamila sigue intacto.
Por Redacción La Tinta • 17/09/2021 12:00 • Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
“Aparición con vida de Yamila Cuello” reclamaba un cartel en una marcha del 2009. Marcela Expósito, gran luchadora cordobesa, llevaba la pancarta. Cómo será la vida que Marce, hace poco más de un mes, dejó de estar (de cuerpo presente) entre nosotras y, la semana pasada, la causa por la desaparición de la joven dio un vuelco. No hay sorpresas, la fiscalía escuchó lo que desde hace 12 años vienen diciendo desde la Coordinadora por la Aparición con Vida de Yamila.
“Ahora la causa sí está encaminada”, dice Soledad Cuello, hermana de Yamila, en conversación con La tinta, “pero tengo miedo y no quiero que me pase lo mismo que le pasó a la Vivi Alegre, que el juicio (por la desaparición de Facundo Rivera Alegre) fue un circo, lo armaron horriblemente para terminar con la causa, cerrarla y a ella no le dijeron dónde está Facu, no le dieron un cuerpo. Si bien hay presos, la causa se cerró, ¿y el Facu dónde está?”.
¿Por qué los imputan ahora y no apenas desapareció Yamila? ¿Qué significa un juicio y una condena si no hay respuestas sobre dónde está su hermana? “Tendré que sentarme con los abogados para prepararnos para un juicio, pero también me tengo que preparar para seguir saliendo a la calle. El próximo mes se cumpliría el aniversario, hay que volver a salir con más fuerza para que no cierren la causa”, dice Sole.
¿Dónde está?
El domingo 25 de octubre de 2009, su familia y amigues vieron por última vez a Yamila. Salió de su casa y no regresó. Tenía 21 años y vivía con su abuela enfrente de su madre, en barrio Coronel Olmedo, al sudeste de la Ciudad de Córdoba. Minutos antes de irse, discutió con alguien por teléfono.
Un año atrás, se había separado de Néstor Simone, pero él seguía rondándola. Fueron dos años de una relación atravesada por múltiples violencias. Les familiares aseguran que él jugaba clandestinamente: “Cuando perdía, obligaba a Yamila a acostarse con otras personas”, testimonió Soledad hace años.
Ante la desaparición de Yamila, la familia quiso hacer la denuncia inmediatamente en la comisaría del barrio, pero no se la tomaron. Debían pasar unas largas 72 horas desde la última vez que la habían visto, porque “puede haberse ido por ahí con alguien”, les dijeron los policías. Mientras tanto, Karina Da Silva, amiga de Yamila, había borrado la evidencia del celular de la joven. Para les familiares, no tomar la denuncia con premura y carecer de las pruebas de su celular fueron dos acciones clave en las primeras horas de la investigación.
La causa fue tomando distintos rumbos. El expediente anduvo en manos de las (in)justicias provincial y federal, con diferentes hipótesis, aunque la familia insistía en señalar a Simone y a su hermano Horacio Palacios como responsables. “Nosotros desde el primer momento lo acusamos a él y nunca se nos escuchó. No nos escucharon cuando quisimos denunciar la desaparición, no se nos escuchó cuando señalamos a los culpables. Me tomó 12 años que me escuchen”, enfatiza Soledad.
Conformaron la Coordinadora por la Aparición con Vida de Yamila Cuello para visibilizar y pedir verdad y justicia por ella y por otras personas, como Facundo Rivera Alegre, Tehuel de la Torre, Delia Gerónimo Polijo, entre otres.
Actualmente, la causa está radicada en el Juzgado Federal N° 1, a cargo de Ricardo Bustos Fierro, y en la fiscalía de Enrique Senestrari, y es la única por trata de personas en la provincia. Una carátula a la que se llegó gracias a la lucha incansable de su familia y amigues.
Durante meses, no hubo avances. El juzgado sostenía que ya se habían extinguido los plazos y que Simone había sido sobreseído por este mismo delito al comienzo de la investigación, y que no podía ser investigado de nuevo bajo la misma figura penal. Mientras tanto, la Fiscalía sostenía que no había prescripto. Esta controversia hizo que suba a la Sala B de la Cámara Federal y, el pasado 12 de agosto, les jueces Liliana Navarro y Abel Sánchez Torres declararon que, por estar Yamila desaparecida, había delitos que continuaban activos y que el Estado argentino debía cumplir pactos internacionales que garantizan tutela judicial efectiva en investigaciones de delitos que afecten a niños y mujeres.
Desde la fiscalía, sostienen actualmente que Yamila era explotada sexualmente y que en ese contexto fue asesinada. Hoy, casi 12 años después, Néstor Simone y su hermano de crianza Horacio Palacios fueron detenidos e imputados por homicidio y trata de personas, aunque no hay pruebas de que Yamila haya muerto. Karina Da Silva, a su vez, fue imputada por encubrimiento.
“Me enteré de estas medidas del juzgado por la pareja que tiene ahora Simone”, cuenta Sole. El martes 7 de septiembre, le llegó un mensaje preguntando si era la hermana de Yamila y que necesitaba con urgencia hablar con ella. “Automáticamente, la llamo y ella me responde enojada, me acusaba de que su pareja estaba presa por mi culpa”. El miércoles en el juzgado, les comentan que, después de un informe de un investigador que había prestado colaboración a la causa, los habían detenido y habían traído a declarar a Karina, que después volvió a su casa en La Rioja. “¡Qué casualidad!” -dice Sole- “Cuando mi hermana desapareció, las mismas amistades de Simone salieron a decir que él había llevado a mi hermana a La Rioja”.
“Tan loca no estaba porque hace 12 años que vengo diciendo que el responsable era el ex de mi hermana, porque él fue el que la violentó, la secuestró, la prostituyó, la quemó, qué no le hizo, y andaba suelto como si nada”, afirma.
“La Coordinadora, los familiares, el Ni Una Menos, los medios alternativos, la red nacional, todos los compañeros que nos sostuvieron y nos acompañaron en la lucha y son los únicos que a mí, hoy por hoy, me hacen seguir estando parada y son de donde chupo energía, de cada llamado, de cada abrazo, de cada apapacho”, concluye Soledad.