Córdoba obrera
¿Feliz día de lxs trabajadorxs? Ocho alertas de precariedad laboral en profesionales de Córdoba
Por Redacción La Tinta • 04/05/2021 12:00 • Tiempo estimado de lectura: 10 minutos
Condiciones de empleo y modalidades de contratación precarias, bajos ingresos, sobreocupación horaria, pluriempleo e inestabilidad laboral, son algunos de los signos que generan profundas desigualdades en el mercado laboral cordobés.
La Federación de Profesionales de Córdoba (Fepuc), la Facultad de Ciencias Sociales (FCS-UNC) y la Asociación de los Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (ADIUC) presentarron recientemente un informe que arroja resultados contundentes y preocupantes. A partir de una serie de trabajos sobre las condiciones laborales de lxs profesionales en la provincia que se venían desarrollando, se realizó un acuerdo institucional de trabajo en equipo para relevar a profesionales de Córdoba, mediante un formulario autoadministrado, distribuido por redes sociales, por mail desde las bases de datos y en las distintas instituciones.
La encuesta fue realizada a nivel provincial en diciembre de 2020, a casi 3.000 profesionales -73% profesionales que trabajan en relación o vínculo con algún empleador y el 27% “profesionales independientes” que facturan por todos los trabajos- con la intención de evaluar qué formas adopta la precariedad en el sector profesional en Córdoba. Los resultados son gravísimos y muestran la realidad de una provincia que, en materia de políticas de empleo y garantización de condiciones de empleabilidad, viene con una deuda histórica. Esto, sumado a un contexto de crisis sanitaria por la pandemia que evidencia -aún más- las desigualdades y falencias estructurales en el mercado laboral.
En el informe, se detallan ocho alertas de precariedad laboral que “ponen de manifiesto los retrocesos en materia de condiciones de trabajo respecto de aquellas conquistas laborales que se conmemoran cada 1° de mayo” y confirman condiciones de empleo y modalidades de contratación precarias, bajos ingresos, sobreocupación horaria, pluriempleo e inestabilidad, desigual distribución del trabajo de cuidados y su impacto en el desarrollo de la actividad profesional.
Analizar la precariedad
“El concepto de precariedad se refiere a un conjunto amplio de condiciones laborales. Las dimensiones combinadas que definen la precariedad laboral son: trabajo informal -sin recibo de sueldo ni factura-; nivel de ingresos dentro de los más bajos -por debajo del 20% de los ingresos más bajos del sector-; sobreocupación horaria -jornadas de más de nueve horas diarias de trabajo en promedio-; cantidad de ocupaciones -pluriempleo-; y trabajo bajo contrato, locación de servicios, beca o pasantía”, explican las organizaciones responsables.
Conversamos con María Celeste Gómez, economista e integrante del Observatorio de Salario y Presupuesto Universitario de ADIUC, a quien consultamos sobre la estructura del relevamiento y el análisis de los datos. La investigadora cuenta que el relevamiento les dio muchísima información y les permitirá seguir profundizando en algunas cuestiones y cruces de dimensiones sobre cuál es el perfil de trabajadorxs profesionales, particularmente tratando de identificar si verdaderamente las condiciones en las que realizan sus jornadas laborales -en términos de ingresos y derechos laborales- son las que se esperan para un profesional o aquellas que se imaginan que pueden ser más beneficiosas que en la mayoría de lxs trabajadorxs.
El informe publicado la semana pasada ahonda específicamente sobre las cuestiones de la precariedad. “Analizamos la precariedad a partir de una construcción multidimensional de un fenómeno que no se remite a una condición -por ejemplo, poseer un trabajo precario-, sino que nos referimos a niveles o grados de precariedad que se asocian a la cantidad de elementos que pueden constituir un trabajo precario o una condición laboral precaria. Por eso, se analizan los ingresos, la intensidad ocupacional -el pluriempleo-, la intensidad horaria -sobreocupación horaria-. También la informalidad, en el caso de relaciones de dependencia y la inestabilidad laboral para aquellas personas que trabajan bajo modo de contratación transitoria, una beca o un plan de empleo. Integrando esas dimensiones, lo que buscamos es medir si existe precariedad entre lxs profesionales e indagar en cuáles de esas dimensiones hay diferencias entre géneros y cuáles serían las que más incidencia tienen”, dice la docente de la Facultad de Ciencias Económicas.
Siempre salimos perdiendo: las reglas del mercado laboral
Un punto relevante que se trabajó como variable transversal e intencional fue la dimensión de género, a partir de la cual se pudieron realizar diferentes cruces en el análisis de los datos. “Nos interesaba ver cuales eran las condiciones diferenciales por género en Córdoba de lxs profesionales en cada una de las dimensiones y específicamente de la distribución de trabajo remunerado y no remunerado, y cómo eso puede llegar a condicionar las posibilidades de inserción en el mercado laboral”, detalló Gómez.
La encuesta permite pensar interseccionalmente las problemáticas vinculadas con el mercado laboral en la actualidad y, como dice la entrevistada, permite comprender cómo las desiguales condiciones laborales por género y entre los distintos modos de contratación y ocupación se combinan con las desiguales tareas de cuidado y domésticas en cuanto a la distribución entre lxs miembrxs del hogar.
Al abordar las ocho alertas de precariedad laboral, los resultados del informe son contundentes en relación a las condiciones de empleo precarias en profesionales asalariadxs: el 81% de lxs profesionales sufre al menos una de las condiciones desfavorables asociadas a la precariedad laboral y un 11% de ellxs tiene altos niveles de precarización -conviven con tres o más condiciones desfavorables-. En este punto de máxima precariedad, las mujeres se ven más afectadas que los hombres.
Respecto a los bajos ingresos -profesionales que están en el nivel de ingreso del 20% más bajo-, en el informe se aclara que está fuertemente relacionada con la modalidad de contratación de los servicios: el ingreso es mayor cuando más formal es la relación laboral. “Por ejemplo: La mitad de lxs profesionales que trabajan con ‘Relación de dependencia’ gana menos de $70.000, mientras que la mitad de lxs que trabajan con ‘Locación de servicio’ gana menos de $54.000. Por otra parte, cuando se habla de precariedad asociada a los ingresos bajos -es decir, tomando el 20% de los ingresos más bajos, $35.500 promedio-, se encuentra una incidencia mayor entre mujeres, ya que alcanza al 12% de ellas, un guarismo mayor al de ellos -con un 7%-”, expresan en el documento.
En lo que refiere a la sobreocupación horaria, el informe indica que el 37% de lxs profesionales trabaja más de 10 horas. Esto quiere decir que deben recurrir a superar la jornada de trabajo de 8 horas para llegar a obtener un ingreso que cubra los gastos. La sobreocupación horaria como fenómeno afecta proporcionalmente más a los varones -en el 61% de los casos- que a las mujeres -en el 50% de los casos-. La sobreocupación combina trabajo remunerado y trabajo no remunerado. A esto se lo denomina “doble jornada de trabajo o doble carga laboral invisible”, que conlleva una mayor sobrecarga con un menor ingreso para las mujeres.
Cuando se analiza el pluriempleo, la investigación da cuenta de que más de la mitad debe recurrir a combinar más de una actividad laboral para cumplimentar sus ingresos.
“En este punto, es importante destacar la situación de la docencia universitaria, población en la que se focalizó una parte del estudio -representa al 23% de lxs profesionales encuestadxs-. En relación a la carga laboral de docentes e investigadorxs, sólo 20% de lxs mismxs definió dicha ocupación como la única a la que dedica todo su tiempo de trabajo. El resto indicó que desarrolla tareas en otras ocupaciones complementarias”, detallan en el informe. Seis de cada 10 varones profesionales declara más de un empleo, contra cinco de cada 10 en el caso de las mujeres.
Analizando las modalidades precarias de contratación y la inestabilidad laboral, se tomaron en consideración los vínculos contractuales. En este sentido, se consideran “precarias” las locaciones de servicio facturando siempre al mismx empleadorx, las becas o pasantías o la informalidad absoluta. Como es conocido, se visibilizan relaciones laborales encubiertas en contratos de locación de servicio o en prestaciones independientes de servicios “cuando en realidad tienen todas las características de un empleo en relación de dependencia”, se afirma en el informe. En términos generales, el 17% de lxs profesionales cordobesxs trabaja bajo modalidades de contrato de locación, beca o pasantía.
“Si consideramos aquellos casos en los cuales el Estado en sus distintos niveles actúa como empleador, además de una significativa incidencia de esta modalidad de relación laboral, se identifican disparidades según se trate del Gobierno Nacional, Provincial o Municipal. En promedio, uno de cada tres profesionales que trabaja en el Estado provincial o los Estados municipales lo hacen bajo condiciones de inestabilidad”, expresan lxs investigadorxs. La inestabilidad laboral afecta en mayor medida a las mujeres. El 19% de ellas declara relaciones laborales con escasas condiciones de continuidad, lo que sucede para el 13% de los varones.
La precarización se agrava en el sector privado y la tendencia crece en las empresas más pequeñas con menos de 25 empleados: sólo el 27% de profesionales que trabajan en estas tienen una relación de dependencia, mientras que el resto combina modalidades más o menos precarias en su vínculo. Las mujeres profesionales en el sector privado perciben un 18% menos que las vinculadas al sector público, sólo un 6% de las que se desarrollan en este sector están inscriptas en IVA, es decir, superan en facturación la máxima categoría de Monotributo. En cambio, el 16% de los hombres sí está inscripto. Por otro lado, entre las mujeres profesionales del sector privado que son monotributistas, sólo 18% tributan en las categorías más altas, mientras que los hombres alcanzan al 23%.
La desigual distribución del trabajo de cuidados y su impacto en el desarrollo de la actividad profesional se evidencia en relación al promedio de horas remuneradas donde las mujeres trabajan un 7% menos que los hombres, pero trabajan un 33% más de horas no remuneradas, en tareas del hogar y de cuidado. El trabajo doméstico no está regulado, no cuenta como jornada de trabajo, no implica beneficios de ningún tipo ni seguridad social. Pero son las actividades que posibilitan la reproducción de la sociedad, el Estado y el mercado.
La distribución de las tareas de cuidado entre los hogares con convivientes perjudica a las mujeres, si bien el 60% de los hogares distribuyen estas tareas de manera equitativa, en el 21% de los hogares dichas tareas son realizadas por las mujeres y solo en el 3% están a cargo de un varón. No es lo mismo compartir el trabajo doméstico que asumir el trabajo de cuidado de personas -infancias o adultxs mayores o personas enfermas-, siempre son más las mujeres las que cubren esas tareas. Hemos comprobado que el volumen, tiempo y diversidad de trabajo invisible está presente en las condiciones laborales de las profesionales, constituyendo una categoría central para la comprensión de las desigualdades de género.
Por último, el grupo de “profesionales independientes” -es decir, aquellxs que facturan por todos sus trabajos y que asumen riesgos y costos diferentes al resto- también está afectado por algunas de las dimensiones de precariedad. “La sobreocupación horaria afecta a uno de cada tres profesionales independientes y hemos visto que es el principal recurso para obtener más ingresos. No obstante, se verá que, a pesar de esto, los bajos ingresos son la principal alerta para el sector. El 89% de estos profesionales son monotributistas. Y entre estos, sólo un 22% está en las categorías más altas (“F”; “G”; “H”). Esto da cuenta de la problemática de los bajos ingresos para este grupo. La mitad de estos/as profesionales gana menos de $50.000. Y las mujeres, un 25% menos que los hombres”, concluyen en el informe.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Ariadna Lasser.