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Francisco, en su histórica visita a Irak, condenó la injerencia extranjera

Es el primer desplazamiento del Pontífice al extranjero desde el inicio de la pandemia de coronavirus. «Estoy contento de retomar los viajes», dijo el Papa en el avión.

Por Hernán Reyes Alcaide – Especial Télam

El papa Francisco comenzó ayer una visita a Irak, con un llamado al fin de la injerencia extranjera en el país, un pedido de protección de su perseguida minoría cristiana y una condena al fanatismo religioso, en un viaje sin precedentes en medio de la pandemia de coronavirus para promover la tolerancia y fraternidad entre el cristianismo y el islam.

En su primer discurso en Bagdad, adonde llegó en un vuelo del que participó Télam y otros medios, Francisco pidió que las naciones extranjeras no impongan sus «intereses políticos» en el país, al tiempo que animó a las autoridades locales a encarar una reconstrucción con respeto por las minorías religiosas y que pueda crear «oportunidades concretas» para salir de la crisis económica sin «violencia y extremismos».

«Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local», reclamó el Papa en el discurso frente al presidente Barham Salih en el Palacio Presidencial de Bagdad, al animar al país a una reconstrucción tras las últimas décadas en las que Irak sufrió «guerras, terrorismo y conflictos sectarios».

Momento del arribo de Francisco a Irak, en una histórica gira.

Francisco no mencionó a ningún país en particular, pero su visita de tres días llega en momentos en que Irak es centro de crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán.

Estados Unidos aún tiene 2.500 soldados desplegados en Irak. Irán posee una vasta red de influencia en Irak a través de partidos políticos y milicias leales a Teherán.

El ascendiente de Irán, la mayor potencia islámica de la rama chiita, creció luego de que la invasión militar estadounidense de 2003 derrocó al Gobierno árabe y musulmán sunnita del presidente Saddam Hussein y empoderó a los chiitas, que son mayoría en Irak.

En una Bagdad prácticamente vacía por un toque de queda dispuesto por el Gobierno, que de todos modos no impidió algunas manifestaciones de apoyo al pontífice de parte de la minoría cristiana local, camiones blindados y puestos de seguridad completaron la geografía de un país virtualmente paralizado por la visita papal.

En ese marco, y por primera vez desde que fue elegido Papa, Francisco eligió un auto blindado, cortesía del Gobierno iraquí, para desplazarse por la ciudad.

En el Palacio Presidencial, Francisco inició su discurso recordando que, «en las últimas décadas, Irak ha sufrido los desastres de las guerras, el flagelo del terrorismo y conflictos sectarios basados a menudo en un fundamentalismo que no puede aceptar la pacífica convivencia de varios grupos étnicos y religiosos, de ideas y culturas diversas».

Luego, dijo a Salih y otras autoridades presentes, que los cristianos y otras minorías no deberían ser considerados ciudadanos de segunda clase en Irak y que se merecen los mismos derechos y protecciones que la mayoría musulmana chiita.

«La diversidad religiosa, cultural y étnica que ha sido uno de los distintivos de la sociedad iraquí durante milenios es un recurso precioso, no un obstáculo a eliminar. Irak está llamado hoy a mostrar a todos, especialmente en Medio Oriente, que la diversidad, en vez de dar origen a conflicto, debería conducir a una cooperación armoniosa de la vida en sociedad», agregó.

De cara a la «reconstrucción» del país, el Papa resaltó especialmente el rol de los jóvenes, a quienes llamó «la esperanza del futuro», en un país en el que el 60% de la población es menor de 25 años, y uno de cada tres está desempleado.

Fuente: Télam