Ciudadanos
Honrar la vida
La aventura es aquí y ahora: de eso se trata la vida. Ese fue uno de los mensajes más hermosos que supo brindar Guillermo “Quito” Mariani. Ayer falleció a los 93 años y su documentalista, Andrés Dunayevich, se anima a recordarlo como “el obispo de los ateos” que, a través del sentido del humor, el baile y su compromiso social, “conectaba con Dios y el amor”.
Existió, abrazó la vida y la honró. Como dice la canción, mereció la vida porque no calló ni consintió “tantas injusticias repetidas”. Falleció a los 93 años Guillermo “Quito” Mariani: el joven seminarista que se enamoró; el sacerdote que entró en crisis cuando conoció “la ficción” en Roma; el cura tercermundista compañero de Enrique Angelelli; el valiente que se enfrentó a la Iglesia por hablar “Sin Tapujos”; el párroco que se ganó el corazón de muchos/as cordobeses/as.
“Cada vez que lo veía, me daban muchas ganas de abrazarlo”, expresa Andrés Dunayevich. Quien dirigió el ciclo “Antes del Fin” – donde uno de los capítulos está dedicado a recuperar la historia del Quito – se muestra emocionado por haberlo conocido. “Tenía un humor agudísimo y le gustaba mucho bailar. Todo el tiempo estaba generando proyectos y reinventándose”, recuerda. “De esa manera, conectaba con Dios y con el amor”, agrega.
Para el documentalista, era “el obispo de los ateos”. “Lograba llegar a los no dogmáticos y a todos aquellos que creen en Dios en el sentido espiritual”, señaló. “No le tenía miedo a nada y hablaba con una sinceridad brutal de su sexualidad y de la Iglesia. Siempre con respeto y con cariño, pero desde su verdad”, reflexiona.
Si hay algo de lo que era consciente el Quito era de su finitud. “Fue muy difícil terminar el documental porque tuvo una vida muy vasta, muy extensa. Él empezó a ponerse ansioso porque sabía que no le quedaba tanto tiempo, por lo que resolvimos condensar lo más importante en media hora para concretar este homenaje en vida”, relata Andrés.
En ese sentido, recomienda prestar atención a los últimos cinco minutos del video. “Allí da una concepción filosófica y religiosa de la vida que es imperdible. Entre líneas, se lee que la vida es aquí y ahora y no en el cielo: que hay que disfrutarla, luchar por lo que uno cree/piensa y cuando se te complica poner más fuerza para salir adelante”, concluye.