Derechos Humanos

Jornada contra la violencia institucional

Por Luis Zanetti • 09/05/2021 00:01 • Tiempo estimado de lectura: 6 minutos

Organizado por la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba, se realizó el viernes un conversatorio virtual con padres y madres de víctimas de violencia institucional en los últimos años en la provincia.

El 8 de mayo de 1987, en Ingeniero Budge, provincia de Buenos Aires, tres suboficiales de la policía bonaerense fusilaron a Agustín Olivera (26 años), Oscar Aredes (19) y Roberto Argañaraz (24). Se intentó ocultar los hechos haciéndolos pasar como un enfrentamiento de la policía con supuestos delincuentes.

La reacción de vecinas y vecinos del barrio fue contundente y se convirtieron en símbolo de lucha contra el “gatillo fácil”. Por eso el 8 de mayo, es el Día Nacional Contra la Violencia Institucional, declarado así por ley, en el año 2013.

“Este es un intento de hacer una trama, un tejido donde fortalecidos podamos seguir pidiendo justicia, para acompañarnos y sentir que no estamos solos…” comenzó planteando Mónica Piñeiro de la Mesa de Traslasierra, dirigiéndose a madres, padres y familiares de las víctimas.

Mónica Piñeiro y Mary Luque, Mesa de Trabajo de Derechos Humanos de Traslasierra

Mary Luque, también de la Mesa de Traslasierra, agradeció a quienes a pesar del dolor que supone, accedieron a contar la historia de cada uno de los casos de asesinatos causados por la policía en Córdoba.

Valentino Blas Correas fue asesinado en los primeros minutos del jueves 6 de agosto de 2020. Tenía 17 años. Dos de los efectivos que dispararon contra el vehículo en el que circulaba junto a otras personas, “tenían causas pendientes, por lo que no deberían haber estado allí”, cuenta Soledad Laciar -madre de Blas- mientras acuna a su hija.

La policía intentó plantar un arma, hay pruebas que en el intento de encubrimiento participaron agentes de distinto rango. En la causa hay 18 imputados, incluido el comisario mayor retirado Gonzalo Cumplido. “Es muy duro darme cuenta de la provincia en la que estoy” terminó diciendo conmovida Soledad.

Yamil Alexis Malizzia fue asesinado la noche del 7 de noviembre de 2018 en la ciudad de Río Tercero. Tenía 16 años. Él y su familia habían sido hostigados durante mucho tiempo. Su padre, Claudio Malizzia, nos cuenta que su hijo fue emboscado y perseguido por cuatro móviles policiales. “No fue un accidente, ni tampoco venía de robar como intentaron plantar”. Como consecuencia de la persecución, la moto en que se conducía el adolescente choca y él termina falleciendo por las heridas días después.

A pesar de todas las pruebas y testimonios de testigos, a pesar de las contradicciones entre lo declarado por los policías que participaron, a la fecha no hay imputados en la causa. “Hasta el día de hoy no me permiten acceder al expediente”, nos cuenta Claudio. “Plantar armas, ensuciar a la víctima, forman parte de un modus operandi y es muy burdo que nosotros lo sepamos y que la justicia no lo sepa”. Finalmente agradeció a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación “que es la única que me estuvo acompañando hasta el momento”.

Joaquín Paredes fue asesinado la madrugada del 25 de octubre de 2020 en la localidad de Paso Viejo. Tenía 15 años. Su madre Soledad, nos cuenta que esa noche, su hijo estaba con un grupo de amigos saludando a uno de ellos que cumplía años. La policía los encierra, comienzan a insultarlos y luego abren fuego. Joaquín corre, y una bala le impacta en la espalda.

Según testigos fueron más de 40 los disparos que hizo la policía contra el grupo de adolescentes. Todos los lunes “se realizan marchas y encuentros para pedir justicia y recordarlo a Joaquín”, nos cuenta Soledad mientras sostiene una foto en la que se abraza con su hijo. “Al principio, la policía seguía estos encuentros de muy cerca, sacaba fotos” a las personas que participaban. La gente tiene miedo que por esas fotos terminen marcados. “Yo solo quiero que se haga justicia”

Álvaro Zarandon fue asesinado el 8 de febrero de 2013 en Laboulaye, sur de la provincia. Tenía 16 años. Estaba sentado en la vereda de la casa de un amigo, llegaron móviles con 13 policías y comenzaron a disparar. “Álvaro se asusta y sale corriendo”, cuenta Sandra, su mamá, “lo corren dos cuadras y media y una bala le da en la espalda”. Después de 40 minutos recién lo llevan al hospital, donde dicen que lo había encontrado tirado en un baldío. El adolescente alcanza a decirle a la doctora que lo asiste que los policías le habían disparado, “llamen a mi mamá porque me estoy muriendo”.

Los hermanos de Álvaro sufrieron a partir de ese momento y hasta la actualidad el hostigamiento permanente “golpearles, pegarles, quitarles el dinero, manosearlos, insultarlos, quitarles la bicicleta, hostigamiento constante, la policía parada en la puerta”, dice Sandra conteniendo las lágrimas. “Tengo terror que me maten otro hijo”. El único imputado fue absuelto. Ella sigue esperando un nuevo juicio.

José Antonio Ávila, fue asesinado el 7 de julio de 2020 en la ciudad de Córdoba. Tenía 35 años. Lucas Gonzalo Navarro y Sebastián Juárez, de la División Motocicletas de la Comisaría 18 del barrio Villa El Libertador están acusados de haberle disparado y luego abandonarlo en el patio de una vivienda.

“El juicio todavía está en curso” nos cuenta Luis Ávila, padre de José, quien rescata que no todos los policías son iguales y destaca la actitud de un sub comisario que lo acompañó en los primeros días.

En la actividad estuvieron presentes periodistas de distintos medios de comunicación, quienes se comprometieron a continuar visibilizando estos casos y acompañando a las familias en su pedido de justicia.

También participó Miriam Medina, madre de Sebastián Bordón, joven bonaerense asesinado por la policía de Mendoza en 1997, Viviana Alegre, madre de Facundo y Eugenia Vazquez, hermana de Andrea Viera, joven torturada en la comisaría primera de Florencio Varela el 10 de mayo de 2002 y que muriera unos días después.

Como cierre de la actividad virtual, Mary Luque preguntó a los familiares como les parecía que deberíamos seguir. La mamá de Blas pidió el acompañamiento, “peleamos contra un monstruo”, decía Soledad, “una mafia enorme” remarcada Luis Ávila.

La trama de la que se habló en el inicio de la actividad, cobraba forma. “El camino es este” cerraba Mónica Piñeiro, instando a continuar la lucha por justicia de manera coordinada.