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La humildad como bandera de trabajo y éxito

Murio Alejandro Sabella y todo el ambiente del fútbol y arco social y político reconociendo su impronta de trabajo cultivando el perfil bajo.

Todo crece desde el pie, como dice Alfredo Zitarroza. Como en el caso de Alejandro Sabella, porque la clave del éxito creció desde la humildad y la perseverancia, aunque para algunos eso era ser “Pachorra”.

El día que Diego Maradona pasó a la inmortalidad, Alejandro Sabella se descompensó y debió ser internado por una insuficiencia cardíaca. Aquel 25 de noviembre que marcó a fuego al mundo, era también el comienzo del fin para el mejor técnico de la selección argentina de los últimos 30 años.

Al mejor la 10

Alejandro Sabella jugó siempre de diez una camiseta que en Argentina en los años setenta empezó a tener una preponderancia especial. El diez la manija del equipo. El mejor usa la diez, como el Beto Alonso en River, el Bocha en Indpendiente, Marito Zanabria en Boca en los equipos porteños y Wilington en Talleres, Beltrán en Instituto y Laciar en Belgrano, los clubes de Córdoba. La que uso Kempes en el Mundial 78 y la que esperaba por Diego en todos sus equipos.

Sin embargo, para el pibe Sabella, la titularidad en River estaba difícil. Detrás del Beto, tuvo que ingresar muchas veces de suplente, alternar en el elenco titular ante la ausencia de Alonso o en otro puesto.

Sabella nació el 5 de noviembre de 1954 y debutó en River en el 74. Tras más de cien partidos jugados, en el año 78 es vendido al Sheffield United, que por aquel entonces estaba en la segunda división y desciende a tercera. Sin embargo, sus buenas actuaciones lo lleva a la primera división de la liga inglesa en el Leeds United (actual equipo de Bielsa) en la temporafa 80/81.

Su lugar en el mundo (fútbol)

De regreso al país en 1982 ficha para Estudiantes de La Plata y allí comienza el idilio con el club que más lazos afectivo cultivó a lo largo de su carrera. El León era dirigido por Carlos Salvador Bilardo y armó un gran equipo con una gran potencial de juego en el que se destacaba un mediocampo con tres jugadores numero diez (Sabella que usaba ese numero, Marcelo Trobbiani y José Daniel Ponce), con un sólo jugador de marca, Miguel Ángel Russo y un capitán emblema de aquel equipo y de los equipos del narigón, José Luis “Tata” Brown.

Con Estudiantes logró el Campeonato del año 82 y el Nacional del 83. Años de oro para el club y reconocimiento para Sabella que fue el primer número 10 de la Selección Argentina de Bilardo, aunque usaba la 15 porque el técnico en sus primeras declaraciones dijo que el 10 sería solo para Diego.

Como jugador completo su periplo por Gremio de Brasil (campeón dos veces del campeonato Gaucho), Ferrocarril Oeste e Irupato de México para cerrar su campaña en 1989.

Técnico paciente

En la dirección técnica, primero debió hacer un extenso recorrido como asistente técnico de Passarella en River, la selección nacional, selección uruguaya Parma de Italia, Monterrey de México y Corianthians de Brasil.

Fueron quince años de estar al lado del Kaiser, para recién independizarse en el año 2009 y dirigir al club en el que más cómodo estuvo como futbolista, Estudiantes de La Plata. Allí con él en el banco y la Bruja Verón en la cancha, el club de las diagonales volvió a levantar la Copa Libertadores de América después de treinta años y por pocos minutos estuvo cerca de ser campeón del mundo contra el Barcelona de Messi y Guardiola.

Campeón como futbolista y técnico lo ubican en uno de los máximos lugares de un club con una rica historia e ídolos de peso. Por todo esto, allí Sabella no es Pachorra, sino simplemente Profesor.

Sabella, así como jugaba, dirigió y vivió con una pachorra redentora que lo puso al resguardo del feroz mundo del fútbol.

Su paso por la selección

La renuncia a la selección por parte de Bielsa en el año 2005 abrió un período de inestabilidad de los técnicos en la selección nacional. Atrás quedaban los ciclos de, por lo menos, cuatro años enteros inaugurado en el año 1974 con Cesar Luis Menotti y continuados por Bilardo, Basile, Passarella y Bielsa.

Luego del Mundial de Sudáfrica 2010 no se le renovó el contrato a Maradona (que había reemplazado a Basile a mitad de eliminatorias). Sergio Batista es contratado para comandar el proceso que culminaría en el Mundial de Brasil 2014. Sin embargo, el fracaso en la Copa América jugada en el país en el año 2011 y un mal comienzo en las eliminatorias llevó a la dirigencia de AFA despedir al Checho y convocar al técnico más exitoso del momento, aunque de un club chico (los otros candidatos eran Carlos Bianchi y Gerardo Martino). Así en medio de la crisis futbolística, en una eliminatorias siempre duras, logró armar un equipo donde Messi pudo desarrollar su mejor juego con la albiceleste, ganarse el respeto del público y colocar nuevamente a la selección en una final mundialista.

El fútbol, tan bello como caprichoso, dejó a Sabella, Messi y a todo el país con la ñata contra el vidrio, pero con el orgullo y agradecimiento de volver a ilusionarse con una Copa Mundial. Las generaciones de lo últimos 30 años en ese mes del Mundial de Brasil vivió lo más cercano a la emoción mundialista vivida en los setenta y ochenta.

El recibimiento en el país así se lo hizo saber. Pachorra, que se movía por la línea de cal, que parecía el tío de los jugadores, que no hacía grande declaraciones, estuvo a la puerta de la gloria. Quizás el menos pensado, seguro el más indicado.

Arribado a Ezeiza, Pachorra se fue a su casa y no volvió a dirigir. Su salud no estaba para seguir con esa carga de estrés. Tampoco volvió a hablar de la selección, ni dónde debía jugar Messi, ni de formulas mágicas tan propias del fútbol argentino.

Sabella, así como jugaba, dirigió y vivió con una pachorra redentora que lo puso al resguardo del feroz mundo del fútbol.

Alejandro Sabella nos deja el legado de su perseverancia para triunfar como futbolista y como técnico. Desde la humildad y el perfil bajo. O como dice el cantautor uruguayo, desde el pie.