Cultura
Pensar el rock desde Cosquín: lucro, política y música en Córdoba for export
Entre el 18 y 19 de febrero tendrá lugar una nueva edición del festival Cosquín Rock. Su importancia en las últimas dos décadas es innegable y nunca está exenta de polémica. Invitamos a pensar el rock como una expresión cultural compleja, que moviliza emociones, arte, simbolismo, que expone el machismo, que interpela otras músicas, que también es negocio, lucro y cómo no, también es política.
Por Redacción Enfant Terrible. RMD • 02/02/2023 19:55 • Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
El origen del festival
Miguel Grimberg empieza el 4° prólogo de su libro Como vino la mano afirmando: “Algunos creen que el rock es “para siempre”, una ronda interminable del tipo legendario. Otros consideran que el rock “ya fue”, quemó todos sus cartuchos y se diluye en el tiempo. Pero lo que más importa no pasa por los vaticinios. Pues más allá de los estilos derivados de este género (…) y de las teorías que puedan fabricarse al respecto, en el alma de varias generaciones vibra un concierto supremo, inalterable: el rock nos hizo y nos hace bien”. Desde este punto de partida me interesa pensar el rock desde el Cosquín Rock, quizás su festival más importante en Argentina.
Ya desde su nacimiento hay algo especial en el Cosquín Rock: realizo su primera edición en el año 2001. El año en el que se separó Patricio Rey y estalló la movilización popular del 19 y 20 de diciembre. Estas son piezas de un rompecabezas que nos permiten acercarnos a reconstruir aquella situación de tensiones e intensidades.
El rock venía de un perfil centrado en la resistencia de los años 90s. Aquella “década infame” de neoliberalismo había hegemonizado la conciencia popular, pero como siempre, también se fueron creando barricadas de resistencia. Ejemplos de esto fueron las luchas de trabajadores y trabajadoras como la de les estatales en Jujuy o los primeros conflictos piqueteros. Gran parte del rock colaboró en la gestación de esos procesos y se fue enriqueciendo con los mismos. El festival de las Madres de Plaza de Mayo de octubre del año 1997 es un caso emblemático de ese rock comprometido con causas populares.
En este contexto, nace el primer Cosquín Rock con más de 10.000 personas asistentes, dos días de duración y bandas como Divididos, Los Piojos, Las Pelotas y Bersuit Vergarabat. De esta forma, Córdoba recuperaba un lugar central en la escena nacional del rock gracias a este festival “nacido y forjado en las serranías cordobesas” como declara su página oficial.
Piezas de un recorrido
Desde sus inicios el Cosquín Rock no ha parado de crecer y de ampliarse en varios sentidos. Sus festivales se han realizado ininterrumpidamente, con la única excepción del año 2021, debido a las medidas sanitarias a raíz de la pandemia del COVID-19.
A lo largo de sus ediciones, el evento ha ido mutando. Cambió de sede, pasando de la tradicional Plaza Próspero Molina de Casquín a la Comuna de San Roque, luego a Santa María de Punilla; además desde 2017 su sello se fue replicando con eventos en diferentes ciudades por fuera de Argentina. También fue modificando su duración. Pasó de dos días a cinco en las ediciones del 2005 y 2006, para volver luego a su extensión original desde el año pasado y para este 2023.
Uno de los cambios más relevantes ha sido el de los estilos musicales que se encuentran en las grillas. En un comienzo el festival era 100% destinado a artistas del rock. Luego fue ampliándose, sobre todo en los últimos años donde hubo apariciones de música electrónica, pop y expresiones del género urbano. En este sentido, en una entrevista de diciembre del año pasado, Palazzo declaró:
“Hoy entiendo que la palabra rock es un limitante para el nombre de nuestro festival (…) es un festival de música que tiene mucha cultura de rock”
Desde su primera edición, el festival ha ido creciendo hasta llegar a superar las 100.000 personas como en el año 2014. Según la página oficial del festival, la última edición contó con más de 85.000, y se calcula que alrededor de 1.820.000 asistieron a lo largo de toda su historia. El dato de los baños es un reflejo del crecimiento del evento. Palazzo ha dicho que en la primera edición contaban con 15 baños, mientras que en las dos últimas hubo más de 300. Así como los baños, la cantidad de escenarios y de artistas presentes en la última entrega del festival reflejan su actual dimensión: nueve escenarios y más de 150 bandas participaron durante el 2022.
Más allá de los datos, el festival ha sido una máquina de generar momentos icónicos para el rock. Podemos, por ejemplo, recordar el reencuentro de David Lebón, Charly García y Pedro Aznar reviviendo a Serú Girán en el año 2013. Muchos sucesos de estos de las primeras ediciones se encuentran registrado en el libro Cosquín Rock del 2010 que publicó Palazzo junto al periodista Víctor Pintos. La presencia de importantes artistas internacionales y de casi todas las personalidades centrales del rock en Argentina (con excepción del Indio Solari y La Renga, tal vez) resalta la relevancia del evento.
¿Cosquín Rock? ¿Qué rock?
A medida que el Cosquín Rock iba cambiando, también se iba consolidando en Argentina como una cita anual casi ineludible del rock. Ahora ¿de qué hablamos cuando hablamos de rock? Acá una mini definición, para luego, adentrarnos en algunas de las polémicas más relevantes que nos dejan estos años de festival.
En un libro que publiqué en 2019 y que titulé Adonde nos lleva la vida. Sentires y pensares al mezclar rock, política y sociología comparto algunas reflexiones sobre su definición. El rock puede ser asumido como una expresión cultural compleja, no solo un género musical. Esta expresión cultural moviliza sentimientos, relaciones, simbolismos. Además, el rock no es una isla, siempre existe en determinado contexto socio-cultural. Lo que ha sucedido y sucede en sus ámbitos está plenamente atravesado por los vaivenes de la sociedad. Pensar el rock en Argentina implica intentar comprender de qué país estamos hablando.
Hay que pensar el rock como un fenómeno cultural situado y en disputa. Esto nos debería servir para eludir visiones simplistas del estilo “el rock murió, se hizo careta” o “el rock es resistencia contra los poderes”. En el libro, Pensar Cromañon. Debates a la orilla de la muerte joven: rock, política y derechos humanos podemos encontrar voces que abarcan estos sentidos. El sociólogo Pablo Alabarces dice que el rock ya no existe, ni sueña, ni es resistencia porque ya sólo lucra. Por su parte, Luciana Fiorda, historiadora y sobreviviente de Cromañon, afirma que el rock es un lugar para soñar, para expresar la rebeldía. En nuestro caso, entendemos que tal vez no sea solo una cosa, ni la otra. Quizás, sea un poco ambas. Tal vez las dos caracterizaciones conviven y están constantemente en tensión.
Ahora, cómo bajar estas palabras a lo concreto y pensarlas en la experiencia particular del recorrido del Cosquín Rock. ¿Esto puede ayudar a pensar y entender el festival?
FUENTE: Enfant Terrible. Por Mariano Schejter. Nota completa: https://enfantterrible.com.ar/cultura/pensar-el-rock-desde-cosquin-lucro-politica-y-musica/