Política y Economía

Recuerdos: lo que me quedó en la memoria sobre el caso Cabezas

El caso Cabezas marcó un antes y un después, un hito en la historia de los periodistas… y de algunas familias.

Por Utz Gregorczuk • 25/01/2023 19:13 • Tiempo estimado de lectura: 2 minutos

Yo tendría 10 años cuando pasó lo de Cabezas, pero el oficio de periodista ya corría por la familia.

Mi viejo periodista televisivo en Santiago del Estero, mi madre prensa y comunicadora en radios y escribiendo gacetillas para medios, mi abuela paterna secretaria del encargado de prensa de la provincia de Córdoba en algún momento de su historia, el hermano de esa abuela fue periodista en Río Tercero.

Me acuerdo de mi padre completamente turbado ante la propia nota que él había hecho y editado. Su voz profunda hablaba con pesar del asesinato de un compañero.

Yo, con esos 10 años de mocosa lectora, hija de periodistas y comunicadores, adicta a los misterios de Agatha Christie, entendía de la muerte, entendía de la traición… y entendí que era grave.

A mi padre podría pasarle.

Me acuerdo de dejar de mirar la televisión y seguir la conversación entre él y mi madre. No recuerdo lo que decían, recuerdo las sensaciones: angustia, miedo, bronca.

A 26 años del asesinato de José Luis Cabezas, resuena en mí lo único que me quedó de esa noche, palabras de mi viejo: “es que ser periodista es un oficio peligroso”.

Incluso en ese momento ya lo sabía. Recordaba agarrarme a la mano de mi mamá durante el Santiagueñazo del 93 y escucharlo a mi viejo gritar “Nos están tirando desde la casa de Zavalía, a la gente y a los periodistas”, escucharlo ordenarle al camarógrafo que se movieran por los gases lacrimógenos.

Cuando terminaron esas jornadas de terror y movilización, donde se quemaron los tres poderes, me acuerdo del abrazo colectivo.

En el 93 ya había conocido el terror de ser hija de un periodista.

En el 97 confirmé que un día papá podía no volver…

No sé qué hizo que en el 2004 decidiera ponerme a estudiar este oficio. Pero acá estoy.
Por mi viejo. Por Cabezas. ¡Siempre presentes!