Derechos Humanos

Tehuel de la Torre: marcha a dos meses de ser desaparecido

Por Lucía Utz Gregorczuk • 12/05/2021 08:00 • Tiempo estimado de lectura: 7 minutos

La marcha de Córdoba partió desde el Palacio de Justicia, con mucha presencia policial y un operativo de despliegue excesivo, a pesar de que la concentración se mantuvo bajo la consigna de ser pacífica y ordenada.

Se juntan de a poco, los minutos pasan, el llamado era a las 10, frente al Palacio de Justicia de Córdoba.

«Inviten a gente que pueda acercarse», dice una de las personas que está organizando la salida y la ronda pasa galletas, granola y charla.

Hay poca gente. En las marchas, asambleas y eventos que tratan de visibilizar que Tehuel de la Torre fue desaparecido hace dos meses, se repite la misma frase «se necesitan cuerpos que acompañen el aguante».

Y más para hacer presencia y resistencia contra el aparato represivo policial. El domingo 9 se llamó a una víspera de acampe frente al Palacio de Justicia, que fue desalojado con un operativo desmedido. El lunes 10 por la mañana les corrieron de cada rincón del Paseo Sobremonte donde quisieron poner la barredora con la consigna de la marcha, tampoco les dejaron armar la mesa para el guiso comunitario porque «queda mal comer en la calle».

Este martes 11 se cumplieron dos meses de la desaparición de Tehuel y se siente la tristeza y la bronca. Los reclamos a lo largo del país no tienen respuesta. No se sabe nada de Tehuel, la justicia no pone todo los mecanismos necesarios a andar y la investigación se ve manchada por incongruencias.

Se habla de Tehuel en la ronda, pero también se habla de los derechos de las personas trans: trabajo, sueldo digno, asistencia, salud, hormonas, contención psicológica y muchas otras consignas.

En el comunicado oficial les autoconvocades lo dejan claro «el Gobierno Nacional se llena la boca hablando de políticas activas en género, que no son más que un discurso que no se refleja en la realidad. Seguimos sin ser escuchades, siendo marginalizades, violentades, asesinades y desaparecides».

Y Córdoba vive en el intento constante de ahogar cualquier expresión que le suene «diversa», «orgullosa», «fuera de la norma». Y más si es trans, mostra, travesti, no binarie, fluida…

Se hacen las 12, el grupo se mueve. ¿Llegaban a 100? Con suerte. Faltan muchas personas: «les aliades», desde quienes se hacen llamar «transfeministas», aliados a las causas feministas (esos que no quieren faltar a las marchas, excepto esta), organizaciones, fundaciones, secretarías que «militan los temas de género».

Tampoco hay partidos. «Les pedimos que bajaran las banderas, les señalamos que estamos organizándonos sólo bajo consigna de autoconvocades y no volvieron, ni siquiera militantes por su parte».

Se arma la barredora con la consigna de Aparición con Vida de Tehuel, no pasan ni 15 minutos mientras se organizan, que uno de los policías encargados se acerca a apurar. Trata de hacerse el simpático, tira un chiste sobre que no se demoren, el tránsito, pero les que están cerca lo miran con las ojeras firmes de dos días en que les corrieron de todas partes.

La marcha se mueve por Cañada, muy lenta, tranquila, concentrada y pequeña. Pero no pasan dos cuadras que ante el primer intento de pintar alguna consigna, empiezan los forcejeos con la policía.

No es un dato menor que sólo el oficial a cargo tiene identificación, el resto no tiene datos visibles o se tapa el nombre.

«Pude haberme olvidado en casa la identificación», le dice una mujer policía a une manifestante que se lo reclama. Le señalan que sólo el jefe de la operación está debidamente identificado y la agente se inclina de hombros.

«Compas, estamos por Tehuel. No se les acerquen, porque buscan cualquier motivo para reprimirnos», dice alguien por megáfono y algunes chiques cierran la marcha.

Hay gente encargada de seguridad y son pocos. En otras marchas algunas personas de seguridad llevan palos o cachiporras, acá sólo están los cuerpos cansados, acosados por la policía. Uno de los chicos trae una bicicleta y la usa para separar el final de la marcha de la policía.

La caminata por San Juan e Illia no es fácil.

Entre los transeúntes que «agradecen» el accionar policial, los que preguntan en voz alta ¿y a este Tehuel quién lo conoce?, los insultos que se escuchan desde los autos, el reclamo duele. Por la invisibilización, porque la sociedad es indiferente, porque cada vez que alguien intenta escribir una consigna en aerosol, la policía empuja y le va sumando violencia al asunto.

«Están buscando reprimirnos compañeres, así que agrúpense y aléjense de la yuta», vuelve a escucharse en alto. La contención entre elles es inmediata.

Pero la tensión sube y escala. En Chacabuco e Illia se lee el manifiesto que señala que los gobiernos, secretarías, agrupaciones, los medios usan la identidad trans como bandera para sus causas, pero que al final no pasa nada más.

Se habla de Tehuel, desaparecido cuando fue a su primer día de trabajo, el 11 de marzo de este año. Se habla de las irregularidades de la justicia y de cómo falta el apoyo de varios brazos de feminismo que dicen adherirse a las causas de las personas trans y no binarias.

La tensión crece. Cada tanto pasa gente para gritarles «vagos, laburen». Muches son autogestivos, personas que crean sus propias marcas y productos, no es fácil conseguir trabajo para les trans, menos en esta situación de emergencia sanitaria. Sólo algunes tienen laburo fijo o casi, pero la precarización se expande. Un cartel pregunta a los transeúntes «¿con cuántas personas trans trabajás?».

La marcha se mueve. En el Olmos un pibe de camisita, rubio, bien peinado, postal de Nueva Córdoba, se acerca a gritarles que «vayan a laburar» y cuando lo confrontan «¿y vos qué hacés?», responde «estudio». No se le ríen. No es momento de risa, pero el chico cae en cuenta de su propia contradicción y se aleja al grito de «estudio y trabajo». Un policía le pide que se retire.

«Ni siquiera le interesa saber por qué estamos aquí», dice une chique que se identifica con pronombres neutros. Frente al Olmos vuelven a contar por megáfono el caso de Tehuel.

La sociedad se hace la que tiene memoria corta, con respecto a sus desaparecidos en democracia.

La policía se reubica. Alrededor hay siete móviles, 10 efectivos de infantería completamente armados y alrededor de 30 policías distribuidos alrededor del círculo de gente que no supera las 100 personas.

El miedo se palpa en la calle, mientras se repliegan a la plazoleta frente al Olmos, ven la mejor manera de irse, evitando todo contacto con la policía, porque siempre intentan levantar a alguien para justificar el enorme despliegue.

«No hay medios de comunicación, no están las grandes organizaciones que siempre apoyamos como Ni Una Menos, la Marea Verde, las que se dicen nuestras compañeras feministas, acá nos llevan y es como si no pasara nada, nos desaparecen, nos matan y nadie dice nada», dice una voz cansada y tensa por el megáfono.

Se terminan de replegar y los abrazos vuelan.

«Avisá cuando llegues, amigue».

Entre tanta tensión se empieza a desconcentrar la marcha, pacífica, que reclama por la aparición de un chico de 22 años que fue a su primer día de trabajo.

Comienzan a desconcentrar y van por distintas calles para volver a sus hogares. Los celulares suenan, a algunes los policías los siguen durante varias cuadras.

El deseo conjunto es que todes vuelvan a su casa.

El reclamo es un grito de bronca: ¡que vuelva Tehuel!