Córdoba, la Docta
UNC, divino tesoro: la educación no es una mercancía, es un derecho
Argentina comienza a transitar el último tramo de la pandemia; por lo menos, así lo anuncian las y los especialistas. La educación nuevamente fue puesta en el centro del debate y, como era de esperarse, ciertos medios ven negocio donde otras y otros vemos derechos.
Por Redacción El Resaltador • 25/09/2021 19:00 • Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
Una columna de Adrián Simioni, en Cadena 3, titulada «La UNC ya no necesita aulas, ¿y Córdoba?», generó críticas de parte de docentes, alumnos, alumnas y graduados. En esa publicación, el autor parece olvidar el valor social, popular y colectivo de la Universidad Nacional de Córdoba y, en cambio, enfatiza una mirada mercantilista de la educación.
Para contextualizar, el escrito de Simioni surge a raíz de un anuncio del rector Hugo Juri: la UNC continuará trabajando con un esquema mixto, es decir, una combinación de tareas presenciales —por ejemplo, prácticas y laboratorios— y virtuales —clases teóricas—.
Esa medida responde a la situación epidemiológica, de los recursos humanos y de infraestructura, que tiene la institución educativa, y de la cantidad de alumnos y alumnos que cursan en la casa de altos estudios.
«¿Un profesor va a poder grabar un teórico y repetirlo varios años? ¿Y va a cobrar lo mismo?», se lee en la columna, y aquí se nota, demasiado, el desconocimiento del trabajo docente, cada clase—por más que el contenido curricular esté previamente establecido— es diferente, porque los contextos cambian, porque se dan intercambios entre alumnos y profesoras o profesores, que enriquecen el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Sí, la virtualidad nos tomó a todos y todas por sorpresa, pero la educación nunca se detuvo, continuó con errores y aciertos. Ahora, profesores y profesoras intercalan dictados virtuales con clases presenciales: un doble trabajo, se podría pensar, porque los enfoques son diferentes.
Esto no quiere decir que las clases online sean la respuesta a todo, porque no lo son. Son una manera de encarar una problemática sanitaria que puso al sistema en jaque. La presencialidad volverá, su llegada es inminente, no será igual a la prepandemia, pero la crítica mercantilista no puede ser la respuesta.
Además de esa pregunta, mal intencionada, sobre el salario de las y los educadores, habla de la competitividad de la UNC con otras universidades siguiendo una lógica neoliberal —claramente—y del negocio que implica para la ciudad de Córdoba, pero el negocio para unos pocos —claramente—: «Muchas élites de otras provincias se educaron por siglos en Córdoba». La UNC es pública, si bien, todavía faltan políticas educativas que garanticen, de manera efectiva, la inclusión integral de sectores populares, la lucha social y estudiantil impulsa ese reclamo.
Pero eso no fue todo: habló de la «principal industria de Córdoba», en referencia a las universidades. Pura mercancía, pocos derechos. Y son posturas que debemos atender, porque las mercancías son accesibles para quienes tienen capital, en cambio los derechos son universales para todos y todas. Si la educación es un negocio, su función de transformar la sociedad desaparece.
Mención aparte: la virtualidad —sobre todo en el 2020— excluyó a quienes no tenían conectividad o dispositivos tecnológicos para participar del cursado, y la gestión de Juri poco hizo para revertir esa situación. Además, se avanzó en el juicio contra el estudiantado que defendió a la educación pública en 2018. Pero esa información no marcó la agenda de los medios que exigen defender el «negocio» universitario.
Una respuesta a la columna punlicada en Cadena3, que se hizo viral, la escribió la docente e investigadora de la UNC Eva Da Porta: «Desconoce el valor estratégico social, político y cultural de la universidad e intenta reducirla a una matriz economicista neoliberal de pérdidas y ganancias, de eficiencia y ahorro (de personal y sueldos por supuesto), por eso fuerza el argumento al punto de considerar a la universidad como una ‘industria’ en competencia con otras universidades».
Además, recuerda que, desde la Reforma en adelante, la UNC viene desarrollando políticas de inclusión para los sectores más vulnerados, y critica que el autor señale el peligro que implica que la «teleeducación» y la virtualidad terminen con el proceso de formación de «élites».
En líneas similares a la planteada por Da Porta, se posicionaron docentes de la institución educativa, que compartieron sus posteos en diferentes plataformas. Porque esa crítica es general, no se puede simplificar a la UNC a una mera industria, y desconocer el componente social y político que la caracteriza.
La educación es la base de toda sociedad. Por eso hay que defenderla, pero no desde una mirada capitalista, sino desde una perspectiva popular, que garantice su acceso a todos y todas. No es una mercancía, es un derecho.