Cultura
«El odio» ya está en cartel
La obra escrita y dirigida por JorgeVillegas está basada en la historia de José Luis, un joven linchado en 2015 por vecinos de Barrio Quebrada de Las Rosas durante el intento de robo de un celular.
La temperatura es aceptable en la siesta cordobesa, llegamos con puntualidad, Jorge nos espera en la puerta del edificio. Se mueve con dificultad, está recuperándose de un accidente vial que lo tiene a mal traer desde hace algún tiempo. Mientras nos acomodamos nos cuenta sus sinsabores en la compleja red de atención médica por la que tiene que pasar. Sin embargo, en él se imponen el entusiasmo y el ímpetu que lo ha caracterizado en su extensa trayectoria.
Lo primero que destaca en el diálogo, es la autonomía que el grupo asumió para continuar con la preparación de la obra a pesar de su ausencia como consecuencia del accidente. El alta coincidió apenas con la fecha que habían fijado para el estreno «casi que arrastrándome llegué a la sala los tres ensayos que pude, los tres últimos».
La historia de José Luis es dolorosa, tiene los rasgos de tantas otras, los antecedentes que lastiman en la vida de tantas y tantos. Fue linchado por un grupo de personas luego que intentara robar un celular con un arma de juguete. La escena es dantesca, resuma violencia por donde se la mire. Era el entretiempo de un partido de fútbol que la selección argentina disputaba en el marco de la Copa América, José Luis y un amigo habían salido a robar un celular para cambiarlo por un par de cervezas «ese era el objetivo». La víctima elegida era un joven que en la parada de colectivo fue abordado y encañonado por el arma de juguete, la que en el forcejeo se cae y rompe. «Esta situación es advertida por varios vecinos que entran a salir de sus casas, frenan en autos… se autoperciben jueces y policías al mismo tiempo».
El relato de Villegas se convierte en una descripción escénica, la terrible escena de la violencia colectiva descargada sobre una persona, a esta altura, indefensa. Los vecinos aprehenden a José Luis, «lo atan a un poste, lo someten a un castigo brutal y lo matan». Cuando llega la policía, todos quienes habían intervenido en el linchamiento huyen, sólo se queda la víctima del intento de robo, quien sostuvo en sus brazos el cuerpo de José Luis mientras agonizaba. Esta imagen del final es la que estimula al Jorge dramaturgo y la inspiración desemboca en esta obra que se presenta en La Chacarita todos los viernes de abril.
La investigacion y la creación
El proceso que antecedió al guión demandó de Jorge una inmersión en el expediente del caso. «Cuando preguntaba por la causa -cuenta Villegas- me iba muy bien vestido, con lo cual pasaba las primeras barreras». Todo esto hasta que en la antesala del fiscal alguien te pregunta con rostro serio, «disculpa…para qué estás buscando ésto vos?». Ahí empezaban los frenos, pero la insistencia logró el objetivo y se pudo sentar a leer el expediente.
Entre esa lectura y las investigaciones que inició en paralelo, pudo reconstruir la vida del asesinado. «José Luis es el típico pibe pobre, hacinado en una casita de lata con un simple anafe» que creció tomando mate cocido y comiendo pan de ayer. Cuando era muy chiquito, el novio de su madre la mata y luego se suicida. A partir de ese momento empieza a llamar mamá a su tía Isabel y a acompañar a su abuelo que salía en el carro todos los días. Esa aventura cotidiana de conocer la ciudad desde el pescante del carro, al lado de su abuelo, serían más tarde los recuerdos más hermosos que José Luis podría recoger en su corta vida.
«Con la muerte de su abuelo se va también la infancia de José Luis». Después de agotados los recursos obtenidos por la venta del carro, comienza a robar, destino reiterado entre muchos pibes de la villa. A los 21 años sale en libertad después de estar dos en la carcel de Bower. Esa mañana que lo liberaron, preguntó a los guardias para dónde quedaba Córdoba… caminó durante todo el día y bien entrada la noche completó los más de 30 km que los separan de la villa.
La obra y el equipo
El relato escénico se situa en ese lugar incómodo que cuestiona la violencia de los victimarios y la violencia endémica que atravesó la vida de quién terminaría siendo víctima del hecho. Hay una denuncia explícita a lo largo de la obra y en la escena final. Hay una exposición descarnada de la violencia, pero tambien del odio como expresión animal de las conductas que contradicen y tiran por tierra cientos de años de legislación penal.
Es un odio que ha sedimentado y cuajado en la construcción simbólica del peligro social que supone el pobre. Ese odio que se manifiesta en manada pero huye al momento de enfrentar las consecuencias. Ese odio que se oculta en las trabas burocráticas para la investigación, en la venda que se corre de los ojos de la justicia cuando la asimetría de recursos y posibilidades es ostensible entre unos y otros.
Esto es lo que encarnan en escena Florencia Ramonda, Federico Estay y David Carranza, con el apoyo técnico y escenográfico de Valentín Fonseca, Fernando Rojas y la codirección de Santiago Pérez y Jorge Villegas. La obra se presenta en La Chacarita y estará todos los viernes de abril.