Ambiente y sustentabilidad

COP28: ¿La cumbre mundial del greenwashing?

La 28° Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se realizará en Dubái con la presidencia del Sultán petrolero al-Jaber, mientras los ojos del mundo miran con decepción la incapacidad de los líderes mundiales de evitar la crisis climática.

Por Redacción Enfant Terrible • 29/11/2023 22:41 • Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Una vez más, desde el 30 de noviembre hasta el 12 de diciembre se realizará la 28° Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) donde se harán presentes más de 150 líderes mundiales de distinta representatividad. Incluso el propio Papa Francisco estaba entre los invitados, pero a dos días se bajó de la convocatoria por problemas de salud. Esta vez, la conferencia se hará en Dubái.

Uno de los principales objetivos de la cumbre climática es coordinar acciones para el enfriamiento del planeta debido al calentamiento global. Esta situación que preocupa cada vez más a científicos y activistas defensores del ambiente, que se hace más visible con consecuencias diarias como las olas de calor, las sequías por la falta de precipitaciones y su contracara con inundaciones de gran magnitud que generan catástrofes como la desaparición de islas o zonas costeras bajo el mar.

Por supuesto, en un capitalismo globalizado, donde el poder financiero lo concentran pocas personas, la responsabilidad de la mayor parte de las emisiones no corre por la población común, la clase trabajadora o sectores populares, por más que cada persona de a pie tenga responsabilidad en cuidar su pedazo del mundo. Sucede que, en realidad, los más ricos amasan sus fortunas a costa de la salud del planeta, tal como quedó plasmado en un informe de la ONG Oxfam publicado días antes de la COP28.

El 1 % más rico contamina tanto como los dos tercios más pobres de la humanidad”, plantea el documento de Oxfam.

Asimismo, quienes más sufren las consecuencias del calentamiento global son los países llamados “subdesarrollados” o también “en vías de desarrollo”. De hecho, Argentina puede ser testigo de esto tras la histórica sequía sufrida el año pasado; pero no sólo en eso, sino que también es uno de los principales deudores del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyas exigencias condicionan la matriz económica del país, obligándole a explotar sus bienes comunes para el pago de la deuda, ante la imposibilidad de crear un industria fuerte que suplante a una economía primarizada.

Al contrario, los principales emisores de sustancias químicas que calientan la atmósfera como el metano, no son precisamente estos países en vías de desarrollo, sino las principales potencias globales como China, Estados Unidos, India o Rusia (en ese orden). De hecho, fue famoso el retiro de EEUU del Acuerdo de París en 2020, o la ausencia de China en la COP26, así como de Rusia, India y China en la COP27.

En principio, las emisiones de metano son generadas por tres actividades puntuales: los combustibles fósiles, y la ganadería y la agricultura a gran escala.

Según fuentes científicas de todo el mundo, acotar el calentamiento pasa por acercarse a las cero emisiones netas en 2050, algo que sólo será posible con una transformación sistémica de todos los sectores, el abandono de los combustibles fósiles y el fomento de las renovables, entre otros. El 2050 es una fecha límite para no llegar a un punto de no retorno de calentamiento del planeta, aunque hay quienes postulan que esa fecha límite es 2030, a medida que se profundiza la explotación de bienes en zonas más delicadas, mientras no cambia el modelo de consumo.

Pero así como sucede en el resto de los ámbitos de discusión política, a las cuestiones ambientales también se llevan las tensiones que existen entre los distintos países, como la actual disputa por la hegemonía global entre Estados Unidos y el mundo multipolar que propone China a la cabeza. Esto influye en que los acuerdos y las metas siempre queden en la medida de las posibilidades de cada país, lo que hasta el momento pareciera demostrar que no existen ni medidas, ni posibilidades, pero sobre todo voluntad.

La realidad es que, hasta ahora, la COP viene decepcionando al mundo. En la última COP27 realizada en Egipto, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres había declarado: “Nos acercamos al infierno climático, con un pie en el acelerador”. De esta manera, evidenciaba la incapacidad de la cumbre y sus líderes asistentes para coordinar acciones reales que puedan disminuir la temperatura global.

De hecho, la COP27 terminó sin cerrar objetivos de salida de los objetivos fósiles.

Pero al parecer, no existen grandes diferencias al momento de cerrar acuerdos comerciales. Es que, este año la COP28 estará a cargo del Sultán al-Jaber. Se trata del ex Ministro de Industria de los Emiratos Árabes Unidos, jefe de la empresa estatal de la petromonarquía, Adnoc (Compañía Nacional del Petróleo de Abu Dabi) y presidente de Masdar, que sería la impulsora de los proyectos en energías renovables.

Lo curioso es que, según filtraron tanto la BBC, como el Center for Climate Reporting, este papel de anfitrión que tendrá el Sultán en la cumbre climática sería para cerrar acuerdos comerciales a través de Adnoc y Masdar, mediante reuniones privadas, con al menos 15 naciones. En este sentido, explicitan que “los Emiratos Árabes Unidos planean utilizar las conversaciones sobre el clima para cerrar acuerdos petroleros”.

Al final, la hegemonía de la industria petrolera y la lógica financiera se mantiene intacta. A pesar de las buenas voluntades, la cumbre del clima demuestra no ser una herramienta eficiente para evitar el colapso climático que vienen denunciando los informes científicos y las organizaciones defensoras ambientales. De esta manera, se traslada también la discusión sobre la eficiencia de la coordinación global de los países a través de la Organización de las Naciones Unidas, donde Estados Unidos mantiene su hegemonía.

La contrapartida de esta crisis de representatividad de la organización mundial, es el crecimiento de las organizaciones que fortalecen su coordinación global para exigir acciones inmediatas a los dirigentes mundiales. Sin dudas, a medida que no avancen las soluciones para revertir la crisis climática, los reclamos socioambientales se profundizarán.

FUENTE: Enfant Terrible.