Medio ambiente y sustentabilidad
El calvario de los bosques
En los estudios iniciados en el año 2010, se relevó que hasta 2009 sólo había un 2,28% del bosque nativo maduro. El informe fue un relevamiento que se hizo en toda la provincia de Córdoba.
Por Redacción Sala de Prensa Ambiental • 19/02/2022 19:00 • Tiempo estimado de lectura: 19 minutos
Apenas el 2,28 por ciento de bosque nativo maduro sobrevivía hasta el año 2009 en la provincia de Córdoba.
Así lo determina una nueva publicación basada en estudios iniciados en el año 2010. La mirada más actualizada relacionada con la supervivencia boscosa, a nivel provincial, establece que en 2009 subsitía el 1,63% de bosques nativos -en buen estado de conservación- en llanuras y el 0,65% en las sierras provinciales.
Los expertos realizaron una línea de base ambiental que arroja nuevos datos, pero lo más trascendental es que, por primera vez, Córdoba cuenta con una mirada amplia sobre el estado de los recursos naturales provinciales.
La investigación representa un nuevo llamado de los especialistas a la reflexión de las autoridades provinciales y de los productores agropecuarios.
Fernando Kurtz, el legendario naturalista y geógrafo germano-argentino, en su vida podría haber imaginado lo que sucedería en esta provincia -a la que recorrió en lomo de mula- movido por la curiosidad del explorador de principios del siglo pasado.
Tras sus travesías, Kurtz dejó escrito en 1904: “Descendiendo por las sierras, se entra pronto en una zona de magnifico monte, que se distingue por la exuberancia de su vegetación, el espléndido desarrollo de sus árboles, arbustos y enredaderas, y la frescura, ilustrada por la abundante vegetación”. El botánico describía a los montes cordobeses como “verdaderas joyas”.
Un siglo después, en 2006, dos exploradores modernos -los Doctores en Biología Marcelo Zak y Marcelo Cabido- compararon la superficie ocupada por los bosques en la provincia desempolvando los registros de Kurtz para confrontarlos con datos más actuales. Desde entonces, ese retrato provincial fue tomado como emblema para mostrar la situación y despertar conciencia sobre la realidad de los ecosistemas cordobeses.
Pasaron, al menos, 15 años desde la publicación de aquella comparación donde se mostraba por primera vez la situación. ¿Se frenó la pérdida de montes autóctonos desde entonces? ¿Los cordobeses empezamos a recuperar nuestros bosques nativos? ¿Las medidas que se tomaron aliviaron la situación?
«Si la gente supiera que ese mapa está muy desactualizado sería aún más abrumadora la sensación», comienza diciendo el Dr. en Biología Marcelo Zak, investigador del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) y profesor del Departamento de Geografía (ambos de la Universidad Nacional de Córdoba), y agrega: «En la actualidad, esa imagen ya no representa la existencia de bosques provinciales».
El Dr. Zak se refiere a la imagen que se transformó -desde la década pasada- en la radiografía de la situación en Córdoba: «En ese momento, unos pocos hablaban del tema y fue importante mostrar que, lo que estábamos acostumbrados a ver, en realidad no representaba la verdadera naturaleza de nuestra provincia. El cambio que mostraba la figura era innegable”, explica el especialista y agrega que «hasta que lo mostramos en ese mapa comparativo, la población cordobesa se sentía cómoda con lo que veía cuando salía de las ciudades, porque era parte de lo que habían visto buena parte de su vida», explica el experto.
Los años posteriores a la publicación del mapa también sirvieron para traslucir la inacción y el desprecio por la conservación de los bosques cordobeses por parte del gobierno provincial: «Que ese trabajo, durante todos estos años, haya cubierto un vacío de información y hasta hoy se sostenga como la imagen de la pérdida de bosques en nuestra provincia muestra la pobreza de la acción gubernamental», apunta el científico del IMBIV y señala que «significa que la situación no solamente no ha mejorado, sino que ha empeorado y que no hay una institución del gobierno que esté informando a la sociedad, resolviendo, ni ofreciendo nuevos instrumentos para planificar el futuro». Se pregunta el investigador: «¿Cómo puede ser que después de tantos años y a pesar de esa imagen no se haya encarado un monitoreo permanente de los bosques remanentes?».
La verdad incómoda: 2,28%
Respecto de su experiencia exploratoria en el territorio provincial, Marcelo Zak da cuenta que «en aquellos años de trabajo veíamos que los cambios ocurrían ante nuestros ojos. Recuerdo, especialmente, un campo entre San Pedro Norte y San Francisco del Chañar, en el departamento Tulumba: un palmar extenso y muy bien conservado. A los 2 meses de ese viaje decidimos regresar al mismo lugar para realizar un relevamiento de especies. Y así lo hicimos, pero el palmar ya no estaba y en su lugar solo quedaban montículos con restos de palmeras empujadas por las topadoras», narra el experto en vegetación y completa diciendo: «Ese palmar hermoso, de repente, se había transformado en un campo de cultivo y entonces tomé plena consciencia que el cambio estaba ocurriendo frente a nuestros ojos; era un fenómeno muy dinámico que ocurría a una velocidad inusitada», advierte el especialista.
«Los bosques en mejor estado de conservación pasaron, en las sierras, del 0,9% al 0,65 % y, en las llanuras, del 3% al 1,63 %»
Desde noviembre pasado -a partir de la publicación concluida en 2019- existe una cartografía actualizada al año 2009. Este nuevo mapa muestra con claridad que durante los 5 años siguientes el ritmo de desmontes no se aquietó. Los bosques en mejor estado de conservación pasaron, en las sierras, del 0,90% al 0,65 % y, en las llanuras, del 3% al 1,63 %.
Estos datos se desprenden de una compilación de investigaciones científicas -desarrolladas durante los últimos 9 años y reunidas en un libro llamado «Hacia el ordenamiento territorial de la provincia de Córdoba. Bases Ambientales»– que relacionan la desaparición de bosques, el ocaso de algunas especies, la descontrolada expansión de los cultivos industriales (como soja y maíz transgénicos), la ganadería y la pobreza.
El relevamiento, sin precedentes en nuestra provincia, abarca toda la extensión del territorio cordobés y reafirma, por ejemplo, la desaparición de los bosques con quebracho colorado, árbol emblemático de 40 metros de altura que poblaba el norte cordobés.
Radiografía de Córdoba
Marcelo Zak, es uno de los editores y compiladores de este nuevo libro que se trasforma en una placa precisa de la situación de los ecosistemas cordobeses y de los recursos naturales que ellos contienen.
Cada uno de los capítulos constituye una mirada exhaustiva de las vértebras del territorio cordobés que, en conjunto, muestran la delicada situación de la columna vertebral que serviría como puntal para el progreso en la provincia. Pero también, trasluce el desinterés del gobierno provincial -desde hace décadas- en materia ambiental, pues es un examen preciso acerca de los resultados de las políticas ambientales de conservación publicitadas desde las oficinas gubernamentales.
«El relevamiento, sin precedentes en nuestra provincia, abarca toda la extensión del territorio cordobés y reafirma, por ejemplo, la desaparición de los bosques con quebracho colorado, árbol emblemático de 40 metros de altura que poblaba el norte cordobés»
A primera vista, el nuevo mapa que se sitúa en el año 2009, podría ser interpretado como desactualizado. Sin embargo, es el más actualizado que retrata la situación en Córdoba.
Al respecto, el Dr. Marcelo Zak, a cargo de la coordinación científica del proyecto, explica que: «generar un mapa con adecuada precisión y alto nivel de detalle -en cuanto a escala y tipos de cobertura- requiere mucho trabajo y recursos de distinto tipo. Por ello, producir periódicamente una cartografía de estas características no resulta posible y, en realidad, no se produce en ningún lugar del mundo».
«Es una tragedia que la imagen señale que casi no quedan bosques, como también lo es que una cartografía de este tipo pierda vigencia tan rápidamente: esa es toda una señal»
El científico agrega que «hay que pensar que esta imagen, por un lado, vuelve a ofrecer un conocimiento cierto de la realidad de la vegetación de Córdoba para una fecha dada. Por otro lado, un mapa como este –situado en el 2009- no debería resultar desactualizado. Es decir, es una tragedia que la imagen señale que casi no quedan bosques, como también lo es que, una cartografía de este tipo, pierda vigencia tan rápidamente: esa es toda una señal».
«Un mapa como este, realizado sobre la base de imágenes satelitales del año 2009, debería seguir siendo nuestro mapa actual, y el próximo debería mostrar más, y no menos bosques. Por supuesto, sabemos que no se ha logrado nada para que sea así. El problema es que la legislación y el Estado no han sido eficaces para frenar la destrucción. Si las medidas oficiales hubieran servido, seguramente un mapa del 2009 sería suficiente para conocer el estado actual de nuestros bosques», remarca el científico del IMBIV.
Marcelo Zak indica que «lo ideal sería que, de una vez por todas, las instituciones públicas entendieran la importancia de la información y desarrollaran políticas para contar con datos en tiempo real; y para eso necesitan producir informes periódicos asumiendo su deber de producir un registro actualizado de nuestros recursos naturales. Lamentablemente, no es el caso de Córdoba, pero de allí deberían surgir las políticas ambientales».
Veda total para desmontes: la única respuesta sensata
El libro «Hacia el ordenamiento territorial de la provincia de Córdoba. Bases ambientales», compila datos que permiten establecer un diagnóstico general de la situación socio-ambiental en Córdoba. Al respecto, el Dr. Zak remarca que «la cuestión ambiental no puede estar bien cuando los bosques en Córdoba siguen desapareciendo. Más aún, cuando en el caso cordobés, no solo se han perdido bosques, también han desaparecido pastizales, paisajes asociados a lagunas; en fin, se ha malogrado mucho más. Por esto, encuentro que la única alternativa posible para lograr algún avance en la dirección correcta es que no se toque un ambiente natural más en la provincia. Con lo que ha ocurrido en los últimos 30 años la única respuesta sensata y responsable es entender que hasta acá llegamos, imponiendo una veda total en materia de desmontes sobre bosques nativos y matorrales».
El investigador del IMBIV agrega: «Podríamos hacer una analogía imaginando qué sucede cuando una pesquería se encuentra amenazada, y entonces hay cada vez menos pesca porque se sobrepasó la capacidad de carga del sistema. ¿Qué haríamos en ese caso? Lo que siempre se ha hecho cuando las alertas aparecen a tiempo: dictaminar una veda total que establezca que durante un período de tiempo no se podrá pescar hasta que se recupere la población de peces. Es decir, se prohíbe la pesca y cualquier actividad que impida la recuperación del ecosistema porque entendemos que ese ecosistema es valioso y no podemos permitirnos perderlo o dejar que se reduzca a un muestrario insignificante», explica el experto.
Zak, completa diciendo: «en materia de bosques nativos, en Córdoba lo que se hace no es suficiente para proteger la cobertura vegetal. Más aun, en el caso de los bosques la “flota pesquera” es variada: el corrimiento de la frontera agropecuaria asociada al cambio del uso del suelo, los incendios, las trazas de rutas y autovías -caprichosas diría, por ser amable- y el crecimiento de las manchas urbanas sin ningún tipo de planificación. Eso es parte de la “escuadra pesquera” que asedia a la vegetación natural cordobesa», asevera el científico.
«Con lo que ha ocurrido en los últimos 30 años en Córdoba, la única respuesta sensata y responsable es entender que hasta acá llegamos, imponiendo una veda total en materia de desmontes»
«En lo personal, me sorprende que una provincia que depende tanto de sus recursos naturales -hídricos, edáficos, biológicos, mineros, paisajísticos y demás- no los cuide. Eso me resulta ciertamente sorprendente», expresa el especialista y agrega que «los componentes de un ecosistema están tan estrechamente relacionados unos con otros que si no se protege a la vegetación natural se descuidan los otros elementos de la naturaleza y, eventualmente, la vida humana».
«La gestión ambiental no es trabajar sobre el ambiente sino sobre la relación humana con el ambiente. Para lograrlo, la provincia necesita establecer metas que indiquen hacia dónde ir, porque si esos objetivos no están claros, si no hay una política ambiental integral y articulada, no hay gestión ambiental posible ¿Alguna vez leímos o escuchamos hablar de esas metas? Yo no», remarca Zak.
Una secretaría fantasma
En la contratapa del libro, el Dr. Marcelo Zak esboza dos opciones para el futuro de Córdoba: una es ir resolviendo los problemas a medida que surgen, la otra es adelantarse para abordar las problemáticas antes que sean irreversibles. «Pero para adelantarse a los problemas hay que tener noción de adónde ir», indica el integrante del IMBIV: «es necesario tener equipos capacitados y cierta humildad para entender que, muy probablemente, una institución gubernamental no tenga las respuestas y que, por lo tanto, resulta imperioso convocar a los distintos actores, a expertos, a la ciudadanía involucrada, a aquel que efectivamente tiene algo para aportar», expresa el Dr. Zak.
En ese sentido, el investigador científico apunta que: «No conozco que eso esté ocurriendo en materia ambiental y dicho esto, sé que en la Secretaría de Ambiente de la provincia hay personas bien intencionadas, me refiero a técnicos que seguramente tendrían mucho para dar y decir pero, por alguna razón, parecen no poder hacerlo».
Al respecto, Marcelo Zak cuenta que «algo que ayuda a ilustrar lo que digo es una experiencia que vivimos en la presentación de nuestro libro: En el año 2010, cuando comenzamos, Juan José Cantero era el Secretario de Promoción Científica del MINCyT, y fue también el promotor del proyecto. Nos convocó, de inmediato armamos los equipos, generamos el proyecto y cuando dispusimos de los recursos comenzamos a trabajar. Concretado el trabajo y, mediante el esfuerzo de los distintos grupos de investigación que participaron, llegamos a los productos que integran el libro que presentamos en noviembre pasado».
Dice el Dr. Zak: «En la presentación no había nadie de la Secretaría de Ambiente: nadie… ¿Cómo puede ser? Un libro que habla -nada más y nada menos- de las bases ambientales para el ordenamiento territorial de la provincia de Córdoba y no había representantes del área ambiental provincial. ¿Estaban todos con licencia ese día?, no lo sé. ¿A todos se les cayó internet en ese momento? Puede ser. No lo sé», apunta el especialista del IMBIV.
Hacia el ordenamiento territorial de la provincia de Córdoba. Bases ambientales
«Sería una simplificación pensar que todo es culpa de la expansión de la frontera agrícola-ganadera o inmobiliaria», subraya el Dr. Zak: «el máximo responsable es el Estado ausente en una gestión efectiva que no le pone freno y que termina propiciando estas situaciones, desde el poder ejecutivo hasta el poder judicial. Lo que nos ocurre en Córdoba no pasa así en todo el mundo, porque hay otro tipo de impedimentos, de multas y de sanciones».
El científico del IMBIV agrega que «por suerte en Córdoba, desde hace varios años se está sumando una presión ciudadana que antes no existía; su ausencia contribuyó a esta situación, pero era lógico porque si no había información ¿cómo el ciudadano se iba a enterar de lo que estaba sucediendo?»
«El desconocimiento ambiental es estructural en la provincia de Córdoba, es parte de su déficit, lo que no es una cuestión menor»
A partir de la información generada por el libro «Hacia el Ordenamiento Territorial de la provincia de Córdoba. Bases ambientales», la provincia tiene, por primera, vez un trampolín a partir del cual puede empezar a pensar hacia dónde va. Un atlas provincial explícito de temas reunidos en un mismo lugar, para un momento particular del tiempo; un recorrido por la vegetación, pasando por la geología, la legislación, el suelo, la fauna y la arqueología, entre otras disciplinas.
Al respecto, el Dr. Zak señala que «el desconocimiento ambiental es estructural en la provincia de Córdoba, es parte de su déficit, lo que no es una cuestión menor. Cada 10 años, se hace un censo de población y todos entendemos que es importante para planificar políticas y asignar presupuestos. Pero ¿por qué no se hace con los recursos naturales de la provincia? Simplemente porque no hay quien decida que es importante», remarca el especialista.
«Hay mucho que cuidar y recuperar si empezamos hoy, muy temprano»
¿Cuál fue el dato que más le impactó cuando dieron a luz este libro?
– A pesar de todo, lo más notable es que todavía tenemos por qué preocuparnos, aún hay mucho por hacer y por lo que hacer.
Es decir, ¿estamos muy complicados en temas ambientales? Una perspectiva general nos obliga a decir que sí. Sin embargo, la naturaleza es tan generosa y Córdoba es tan propicia para el desarrollo humano que todavía hay mucho por proteger. Y necesitamos seguir conociendo lo que nos queda.
A mí me gusta mucho una frase de Donella Meadows, quien lideró la histórica publicación “Los límites del crecimiento”, que mostró por primera vez, modelos que expusieron el potencial colapso global en distintas variables: ambientales, económicas, sociales. Según decía, a ella le preguntaban habitualmente:
- Usted nos plantea un panorama muy pesimista ¿por qué siempre cierra sus conferencias de manera optimista diciendo que hay que luchar?, y ella respondía:
- Sí, el panorama es oscuro pero todo se puede revertir si empezamos hoy muy temprano.
Creo que ese es el espíritu de nuestro libro: todavía se puede hacer mucho.
«Hay mucho que cuidar y recuperar si empezamos hoy muy temprano», asevera el experto y da cuenta que: «Por ejemplo, en el capítulo de Vegetación, el contenido muestra lo poco que queda de cobertura natural, pero también hacia donde deberíamos ir. Sino, llegará el momento en que no va a quedar nada y, por lo tanto, tampoco quedará hacia dónde ir. Es un momento que exige acción».
Los Puntos Rojos
Más allá de lo técnico, ¿qué representan cada uno de esos puntos rojos para usted?
– En primer lugar, son un testimonio de lo que alguna vez fue nuestra provincia y de lo que, eventualmente, podría volver a ser si se propiciaran las condiciones para la recuperación de la cobertura natural. Por supuesto no se trata de devolver a Córdoba a tiempos pre-agrícolas, sino de lograr alguna representación suficiente de vegetación natural que garantice -o al menos facilite- una buena calidad de vida para los habitantes.
Nótese que ni siquiera hablo del valor intrínseco de la cobertura natural, de su biodiversidad o de una posición ética frente a la naturaleza.
«Cuando reviso el mapa me pregunto si esos puntitos rojos no serán como estrellas, que por más que ahora las veamos en ese mapa quizás hoy ya no estén»
Incluso, desde la perspectiva del uso no hay mejor estrategia que respetar al medio natural. Conque, en primer lugar, son representaciones de una de las metas hacia las que el Estado debería dirigir políticas y recursos.
Por otro lado, cuando reviso el mapa me pregunto si no serán como estrellas, que por más que ahora las veamos en el mapa, quizás ya no estén porque, probablemente, muchos de esos manchones rojos ya no existan y, lamentablemente, lo más factible es que eso haya sucedido con los más extensos y continuos.
Por último, cada uno de esos puntos rojos representa el producto final de una historia ecosistémica que, en su funcionamiento, nos ofrece servicios esenciales para la vida humana imposibles de reproducir artificialmente: los manchones rojos representan parte de lo que una sociedad no debería permitirse perder.
¿Por qué se insiste tanto con los bosques nativos? ¿Proteger los bosques no es impedir el progreso de Córdoba?
– La respuesta obliga a tomar una posición que abarca muchos aspectos: podríamos coincidir con quien cree que los bosques nativos son prescindibles -y es importante entender que estamos hablando de los bosques nativos relictuales, porque está claro que ya casi no existen en Córdoba-, en que el fin último de las políticas del Estado debería consistir en generar las condiciones para que se alcance un alto nivel de bienestar humano.
El problema es que, en general, se entiende que esto se logra a través del crecimiento económico a toda costa… habría que preguntarse crecimiento para quienes, por otro lado.
«Los manchones rojos representan parte de lo que una sociedad no debería permitirse perder»
Pero pensar que la economía se desarrolla o es incluso posible en un mundo ocupado sólo por actividades e infraestructuras humanas es no comprender el funcionamiento del sistema. Dejar relictos de bosques mínimos e inconexos, como quien pone macetas en una oficina, resulta más bien poco.
No hay actividad económica que se sostenga en el tiempo sin un ambiente funcional que provea insumos esenciales para que se desarrolle -sea esto agua, suelo, estabilidad climática o biodiversidad- o sin un ambiente capaz de asimilar los desechos que se produzcan. Realmente, la economía es un subsistema del ecosistema, no puede estar por fuera de él y por supuesto mucho menos contenerlo.
«Dejar relictos de bosques mínimos e inconexos, como quien pone macetas en una oficina, resulta más bien poco»
Pretender desacoplar la esfera humana de la naturaleza es un absurdo que nos ha traído justo al mundo en que estamos viviendo. Y esto no es una cuestión de perspectivas, se trata simplemente de entender cómo funcionan los sistemas que sostienen la vida y cuáles son las pérdidas que asumimos si lo ignoramos. Lamentablemente, Córdoba ya cuenta con varios ejemplos de lo que ocurre cuando se soslaya el impacto humano sobre la naturaleza.