Deportes

El fulbito de las nuevas generaciones

La cancha y la pelota son espacios de mucha pertenencia, disfrute y potencia. En la escuela, en la canchita del barrio, en el patio improvisado, en el club y en las ligas, el fulbito también es de las pibas. La transformación de este deporte que genera pasiones está en marcha. “Roja a la violencia” es un proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Villa María que entrecruza la formación profesional con la mirada de género en Club Lxs Vaqueros y Unión Florida.

Por Redacción La Tinta • 13/11/2021 12:00 • Tiempo estimado de lectura: 6 minutos

En los últimos años, ha crecido muchísimo el interés de las chicas por el fútbol y comenzaron a reconocerlo como el primer deporte. La desigualdad de género en el mundo del deporte es de larga data, acá y en todo el mundo. Las mujeres y las disidencias llegan más tarde a los deportes en general y al fútbol en particular. “Un pibe cuando tiene un año, ya tiene una pelota con él, una piba no y probablemente lo hará por elección y más adelante. Estas socializaciones determinan muchísimo el acceso y la cercanía con el juego”, nos cuenta Ayelén Altamirano, quien junto con Cecilia López llevan adelante talleres en formación de género. 

Ambas salieron a la cancha con “Roja a la violencia. Formación en perspectiva de género para instituciones deportivas”, proyecto de Extensión de la Universidad Nacional de Villa María. Actualmente, están trabajando en el Club Barrial Lxs Vaqueros de barrio Talleres Oeste, donde solo hay equipo femenino, y en Club Unión Florida -cerca de Circunvalación-, que forma parte de la liga cordobesa y tiene equipo femenino y masculino. 

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(Imagen: Proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Villa María)

“Vemos en los clubes deportivos espacios válidos para discutir temáticas de educación sexual integral (ESI), para hablar sobre la violencia de género, su prevención y sobre diversidad. Justamente porque son espacios de encuentro en los cuales les niñes y jóvenes los habitan con mucho disfrute, muchas veces, más que la escuela. Entonces, es una gran oportunidad para dialogar desde otro lugar, por fuera de lo escolarizado. En los clubes, hay personas habitando con sus cuerpos, sus ideas, sus experiencias y sus subjetividades, en todas esas dimensiones y no por separado como muchas veces nos disocia la escuela”, nos cuentan. 

El deporte, que ha sido un ámbito con prácticas muy masculinizadas, es hoy, para las nuevas generaciones, una posibilidad donde hablar sobre sus identidades, vínculos y experiencias vinculadas a violencias. No pasa en todos los deportes y clubes, pero la marea feminista va moviendo las aguas y las transformaciones concretas van expandiéndose.

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(Imagen: Proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Villa María)

“Lo machista en el deporte no es solamente en el juego, también en los cantos, en lo que se dice y lo que se legitima. Hay muches autores y teorías que afirman que el fútbol es un espacio de reproducción del sistema violento y heteropatriarcal, por eso nos inquieta trabajar con los pibes y las pibas, sobre cómo se vinculan, por qué se sostienen determinadas prácticas violentas en la cancha y cómo prevenirlas. Se nota muchísimo el trabajo de ESI en la escuela, hay mucha más conciencia. En uno de los primeros talleres que hicimos, nos decían ‘eso ya lo vimos en la escuela’. Los clubes, las organizaciones civiles -como espacio de organización social- junto con la escuela en redes, van acompañando este proceso de cambio de conciencia y de mayor apertura sobre cómo habitar la cancha, cómo jugar al fútbol y cómo construir masculinidades menos violentas y sensibles”.

En los últimos años, hay más mujeres y personas de la comunidad LGBTTTIQNB+ ocupando espacios en el deporte desde lo profesional, y este punto es central para el proyecto que llevan adelante. Les interesa trabajar en los clubes deportivos, donde se comercializa y vende el fútbol profesional, porque quieren que más pibas tengan la posibilidad de profesionalizarse. Si bien el fútbol mixto es un espacio muy potente, por ahora, está más anclado a experiencias amateur o recreativas. 


“Estamos en una etapa clave de desarrollo del fútbol femenino, ya en las primeras edades se empieza a fomentar, es una apuesta real y económica de los sectores poderosos del fútbol hacer que sea un espacio de desarrollo profesional. Para nosotras, la disputa de poder es en las ligas, para que nuestro país pueda tener una Messi o una Diego. La apuesta es fortalecer a las referentas que hoy tenemos, como Mara Gómez o Maca Sánchez”, dice la profesora y activista, Ayelén. 


Entre las actividades que han desarrollado, trabajaron en talleres específicamente con varones de 16 años. “Era un desafío para nosotras trabajar con las masculinidades y sus efervescencias, encontrar un mood en el diálogo, una cercanía en la palabra. En algunos casos, sumamos a un varón cis para lograr un vínculo más empático. Porque sobre todo, nos interesa generar receptividad y no instalar prejuicios. Muchas veces en los espacios para hablar de violencia, no es fácil generar un buen clima de escucha y compartir. Nosotras vemos mucha recepción y en esto insistimos que ha sido fundamental el laburo que se viene haciendo en las escuelas, la mayoría trae esas experiencias en los intercambios”. 

La experiencia les va allanando el camino, a prueba y error, e inventando cada día, hoy entienden que una clave en los talleres es alejarse del constante señalamiento de lo que no está bien y trabajar sobre lo que sí está bueno hacer, sobre todo, en términos del cuidado de les otres. “En eso tenemos una gran responsabilidad quienes nos dedicamos a la docencia y a la formación. Ser más más propositivas: esto se puede trabajar de esta manera. Hemos puesto el ojo en las prácticas machistas y todo el tiempo estamos señalando qué cosas están mal, pero nos cuesta trabajar sobre qué cosas sí están bien. En esa andamos”.  

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(Imagen: Proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Villa María)

El caminito de lucha contra las violencias de género también es algo que se hace en los espacios deportivos y en todos, en cada uno de los lugares que podamos, remarca Cecilia y agrega: “El trabajo en red es clave, demuestra una vez más que las soluciones posibles a problemáticas relacionadas con el género tienen que partir de una mirada común entre actores territoriales, de la academia, funcionaries, agentes en territorio, desde un trabajo cultural y social”. 

Sostienen que es central que los clubes tengan apertura, que las comisiones directivas, los presidentes de los clubes estén abiertos para que ingresen con comodidad nuevas propuestas. “En la medida en que no se abran, será difícil habitarlos y democratizar la información y el conocimiento. Muches pibes abandonan la escuela o no es el espacio prioritario de formación, y entonces pasa que la ESI no está en otros lados. ¿Por qué no puede ser ese espacio elegido, deseado, que esperan todas las tardes para ir a jugar, un lugar que ofrezca discusiones y que les acompañe en el proceso de crecimiento, de socialización y en sus preocupaciones?”.

Imagen de portada: Proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Villa María.