Política y Economía
El Gobierno busca recuperar la iniciativa política
Por Miguel Apontes • 21/09/2021 00:01 • Tiempo estimado de lectura: 7 minutos
El traspié del Frente de Todos en las PASO provocó un fuerte debate interno en el seno de la coalición gobernante. Los nombres que se incorporan a la primera línea. Los nombres que siguen en el Gabinete. Acuerdos que se sostienen a pesar de algunos que apostaron por el quiebre.
El domingo 12 de septiembre, se celebraron en todo el país las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Los ecos de la derrota a nivel nacional de la coalición gobernante Frente de Todos, fueron in crescendo desde el lunes posterior a la votación.
En estas primarias, se produjo la más baja participación desde que se implementaron: 66,22 por ciento. Si bien la baja afluencia a las mesas de votación puede atribuirse a que todavía estamos en situación de pandemia, lo cierto es que la abstención se dio en procesos electorales de distintos países y habrá que valorar cuánto pesó el desencanto con la política que invade a algunos segmentos de la población, habida cuenta de la difícil situación económica, el fracaso de medidas implementadas (o la ausencia de decisiones) que para muchos argentinos tornan difuso el horizonte donde centrar expectativas para superar el difícil momento.
Justamente allí es donde no estuvo la síntesis del oficialismo a la hora de analizar la pérdida de votos respecto a 2019. Juntos por el Cambio obtuvo a nivel nacional 38 por ciento; el Frente de Todos 30 por ciento. Pero el número que preocupó al oficialismo es que se perdió 6 millones de votos.
El cimbronazo que provocó el veredicto popular en la fuerza que gobierna desde 2019, tras derrotar a la alianza de derecha que pretendía un segundo mandato, dejó al descubierto las pujas internas. El punto en discusión fue qué programa se presenta a la ciudadanía tras “el mensaje de las urnas”, cuán contundentes serán las medidas para compensar el golpe que recibió el segmento del pueblo más castigado (primero por cuatro años de neoliberalismo macrista y después por la pandemia), o cuánto se privilegiará cuidar el déficit fiscal para satisfacer al FMI y negociar así el acuerdo por la deuda que irresponsablemente contrajo Mauricio Macri.
En este dilema, pareció centrarse la puja desatada en el seno del gobierno desde el día después de las PASO.
Juntos por el Cambio, en general, pudo retener los votos de 2019. Por el contrario, el Frente de Todos perdió apoyos en distritos clave.
Así y todo, restará todavía la elección definitiva del 14 de noviembre. Nada indica para el Gobierno que no se pueda remontar el resultado adverso; todo indica que para una mejor performance es imperioso impulsar medidas urgentes que lleguen de manera directa a la porción del pueblo más afectada por la crisis.
Como el junco
“Se dobla, pero no se rompe”. La frase se escuchó el viernes pasado en múltiples mentideros políticos, ya entrada la noche, cuando trascendieron los nombres de los nuevos ministros.
La desazón fue para la oposición de Juntos por el Cambio –y los medios que le son afines- que durante varios días se frotó las manos entusiasmada con la ruptura.
Y es que muchos vieron que la discusión interna que quedó expuesta (iniciada con las renuncias de funcionarios y funcionarias, todos y todas cercanos o cercanas a la Vicepresidenta) terminaba, indefectiblemente, con la implosión de la coalición.
Dejaron de lado un detalle: es peronismo y los conflictos internos se manifiestan de manera más abierta que en ningún otro espacio. Y muchas veces hasta lo fortalecen.
Cuando el jueves Cristina Fernández de Kirchner publicó su carta, lo que para algunos representó el broche de oro que consagraba la división, para otros fue la manifestación de una lectura crítica de las primarias y a la luz de políticas que no dieron el resultado esperado, no llegaron a amplias franjas del electorado o directamente no se aplicaron (se insinuó una subejecución presupuestaria).
La carta resultó ser el acto ordenador del conflicto y el que destrabó el enredo en que había quedado entrampado el Gobierno.
Aceleró cambios en ministerios y zanjó el tema de los “tiempos” (se habló que Alberto Fernández no era de la idea de mover ninguna ficha hasta después de la elección general del 14 de noviembre).
Es cierto que “la misiva” de Cristina apareció en el momento más tenso de los cruces entre el kirchnerismo y el Presidente. Es cierto que criticó allí a la política económica. Es cierto que sin tapujos pidió renuncias. Pero también es cierto que dejó claro su vocación de fortalecer el FdT, rememorando, sin nombrarlo, a Julio Cobos: “Hasta he sufrido un vicepresidente declaradamente opositor a nuestro gobierno. Duerman tranquilos los argentinos y las argentinas… eso nunca va a suceder conmigo”.
Pero lo más cierto es la centralidad en la política argentina de la figura de Cristina.
Relanzar la gestión
Alberto Fernández presidió el juramento de los nuevos funcionarios que se integran desde este lunes a la primera línea del Gobierno. El tucumano Juan Manzur asumió como jefe de Gabinete de Ministros; Santiago Cafiero en el ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto; Jaime Perzyck en Educación; Aníbal Fernández en Seguridad; Julián Domínguez en Agricultura, Ganadería, y Pesca; y Daniel Filmus en Ciencia, Tecnología e Innovación. También asumió Juan Ross, quien tendrá a su cargo la Secretaría de Comunicación y Prensa.
La falta de paridad de género en los nombramientos fue otra de las objeciones que se escucharon ni bien se conocieron los nombres de los nuevos ministros.
Más allá de las críticas que desde el propio Frente de Todos se hicieron al Presidente y las políticas implementadas “que no llegan a la porción que más está padeciendo la crisis”, todos coincidieron en que quien toma las decisiones es el jefe de Estado.
Y eso quedó claro cuando Alberto Fernández dispuso no alterar la conducción de los ministerios del área económica. Martín Guzmán y Matías Kulfas fueron confirmados en Economía y Desarrollo Productivo.
En tanto, dejaron el Gabinete Felipe Solá, para ser reemplazado en Relaciones Exteriores por Santiago Cafiero (un enroque del hombre cercanísimo al Presidente cuya salida de la jefatura de Gabinete era reclamada); Luis Basterra, reemplazado por Julián Domínguez en Agricultura, Ganadería y Pesca, una cartera caliente a juzgar por el enfrentamiento con las patronales agropecuarias a partir de las restricciones a las exportaciones de carnes buscando el desacople de los precios internacionales con los del mercado doméstico.
Sabina Frederic, fue reemplazada en Seguridad por Aníbal Fernández. Nicolás Trotta, reemplazado por Jaime Perzyck en Educación.
También Roberto Salvarezza, que abandona Ciencia y Tecnología para darle lugar a Daniel Filmus; y Juan Pablo Biondi, el cuestionado secretario de Comunicación cuya renuncia, de manera explícita, había pedido la Vicepresidenta, ahora reemplazado por Juan Ross.
Y continúan en sus cargos: Martín Soria; Juan Cabandié; Tristán Bauer; Juan Zabaleta; Jorge Taiana; Martín Guzmán; Matías Kulfas; Jorge Ferraresi; Carla Vizzotti; Eduardo De Pedro; Elizabeth Gómez Alcorta; Gabriel Katopodis; Claudio Moroni y Alexis Guerrera.
El desafío no es menor: recomponer el contrato con la ciudadanía que apostó por el Frente de Todos en 2019.
Más allá de las justificaciones por la crisis heredada y la pandemia que sobrevino, es imperativo establecer prioridades para que el golpe de timón sea, como se anunció, un relanzamiento de la gestión.