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Las contracaras de los primos

Por Redacción ACN • 19/04/2022 00:01 • Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

Talleres y Belgrano son los exponentes del fútbol cordobés, pero desde hace años los dos principales rivales muestran presentes diametralmente opuestos.

Mirar de reojo al clásico rival es un deporte nacional. Se sabe que en el fútbol se construyó una imagen de hincha que vive de su equipo, pero mirando al clásico rival. Se puede ganar, pero también se hay que mirar a los primos. No hay festejo sin destinatario, aunque no esté presente en el terreno de juego ni en la competición. Y en este binomio necesario para el festejo o la cargada, Belgrano y Talleres no son la excepción. Cuando uno disfruta su presente, el otro es su contracara como una especie de armonía emocional

El clásico cordobés tiene una fundación digna de la mitología. Gol en offside y abandono de uno de uno de los equipos en señal de protesta en el primer partido del 17 de mayo de 1914. Desde aquel partido, la ciudad se comenzó a dividir en dos. Los primeros campeones de la Liga, los dos primeros clubes con estadios de cementos (Belgrano en el 29 y Talleres en el 31) y los que recibían a los más poderosos clubes porteños.

El superclásico estaba conformado en Córdoba con sus dos equipos, siempre disputando los torneos de la Liga Cordobesa y, obviamente, los primeros representantes en los torneos nacionales desde 1968.

Sin embargo, desde que ambos clubes desembarcaron en AFA pocas veces han tenido que verse las caras. Talleres desde el 80 y Belgrano recién en el novel torneo dela B nacional en el 86, pocas veces confluyeron en la misma categoría y por lo general competían en categorías diferentes y en especial en estos últimos años en situaciones deportiva totalmente diferente. Mientras uno disfruta su momento, el otro lo padece

Uno festeja, el otro sufre.

Corría el comienzo de la segunda década del siglo veintiuno. Mientrás Belgrano lograba una de sus mayores hazañas deportivas con el ascenso en el Monumental en la Promoción 2011, Talleres ya llevaba unos años en la tercera categoría del fútbol argentino. Eran tiempos de Piratas siendo protagonistas en la máxima categoría del fútbol argentino, transitando sus mejores campañas y con un gerenciamiento ejemplar. Por el otro lado, Talleres con gerenciamientos conflictivos, transitando las polvorientas canchas de pequeños clubes del interior del país.

Tuvieron que pasar varios años para que Talleres pueda comenzar a sonreír. Un proceso que comenzó en el 2015 con Frank Kudelka en el Federal “A” y que tuvo su máxima expresión el 5 de junio de 2016 con el ansiado ascenso a la Primera división. Eran los nuevos vientos albiazules. Por el contrario en Alberdi la brisa fresca del Ruso Zielinsky se iba transformando en una planicie de alegrías y el comienzo del proceso que desembocaría en el descenso en la perdida de categoría en el año 2018.

Talleres volvía a los torneos internacionales, volvía a ser protagonista. El país volvía hablar del Matador, mientras Belgrano no llegaba ni a clasificar a los reducidos por los ascensos. Unos meses después nuevamente la tortilla de las emociones vuelve a darse vuelta. Si bien la hinchada albiazul disfruta de participar del torneo continental y visitar a Flamengo en el Maracaná, el presente no para nada halagüeño. Cuatro derrotas en cinco partidos, el nuevo técnico Caixinha no encuentra el rumbo futbolístico y está último en la Copa de la Liga con un plantel con poco recambio y problemas físicos. En el vaivén del superclásico cordobés, es Belgrano el que disfruta el momento. Con un equipo sólido, se mantiene puntero en el torneo de la B Nacional y principal candidato a lograr el ascenso.

Talleres y Belgrano. Belgrano y Talleres. Los primos, con presentes antagónicos desde el comienzo del siglo XXI. Es que los clubes de la provincia que no pueden vivir sin mirar el  uno al otro, a pesar que pocas veces se cruzan, pero todo el tiempo se dedican los éxitos y señalan los fracasos.