Violencia Institucional
Otro oscuro día de justicia
La sentencia por el crimen de Joaquín Paredes en los Tribunales de Cruz del Eje, fue un impacto doloroso para los familiares y la comunidad que acompaña. Sólo uno de los imputados -Maikel Mercedes López- fue condenado a prisión perpetua, mientras que el resto de los cinco policías, quedó en libertad. ¿Qué sentidos se bifurcan cuándo la violencia institucional se legitima? Con la certeza que lo dieron todo, la familia siente que este primer resultado es sólo un paso para seguir adelante y alcanzar una condena completa.
Por Redacción Capilla del Monte Noticias • 22/08/2023 08:50 • Tiempo estimado de lectura: 3 minutos
–La bala de López que tiene Joaquín es circunstancial –dijo, sobre el final del alegato, la fiscal Fabiana Pochettino, después de casi dos horas de demostrar con pruebas que a Joaquín lo podría haber matado cualquiera de los policías.
–¿Hay justificación para sacar un arma cuando estaban corriendo? –continuó la representante del Ministerio Público Fiscal, y habló sobre el desprecio que los policías demostraron por la vida, el ocultamiento de la muerte a su superior, el Comisario Inspector Romera, por más de una hora, la indiferencia ante la desesperación de los pibes pidiendo ayuda. “No inventemos nada, no plantemos nada, dejemos las cosas como están”, le había dicho Romera al sub comisario Sosa Gallardo, como una alerta, en alusión al asesinato de Blas Correa en la ciudad de Córdoba unos meses antes.
La cultura de la sospecha, la construcción de la figura del enemigo público, fueron algunas de las frases de una fiscal que reconstruyó los hechos con la precisión de un rompecabezas que daba cuenta de la violencia institucional antes, durante y después del crimen de Joaquín. El hostigamiento declarado por Maciel Marcos Heredia, quien tuvo que dejar el pueblo con su familia, la persecución posterior en Villa de Soto y el recuerdo de su amigo muerto. Un miedo anímico que se hizo presente en las palabras quebradas de su testimonio: “queríamos pedir ayuda y nos tiraban tiros de nuevo”.
Un terror adentro, incrustado, inentendible, que se convirtió en un suelo precario de su existencia, una amenaza latente que actúa sobre la totalidad de la vida. Son los ojos de los verdugos de su amigo.
–Hagan la diferencia, que no todo es lo mismo, que aquí no estamos juzgando a la institución policial, sino a policías que cometieron un delito y el mensaje debe ser para la sociedad. El caso Blas Correas cambió la policía en la Capital, que este caso cambie la policía en el interior –enfatizó la fiscal, en un alegato prolijo, coherente, con pruebas.
Y pidió la prisión perpetua para Maikel Mercedes López, Enzo Alvarado, Jorge Luis Gómez, Iván Luna -como coautor- y Ronald Fernández Aliendro, como partícipes necesarios y dos años para el subcomisario Alberto Sosa Gallardo, por el delito de amenazas calificadas por el uso de arma de fuego. Todos, excepto López, quién efectuó el disparo a Joaquín, quedaron absueltos por el beneficio de la duda.