Medio ambiente y sustentabilidad
Corrientes, entre el payé y sus verdugos
Unas ochocientas mil hectáreas quemadas y millares de vidas humanas afectadas. Miles de millones de pérdidas económicas en una geografía que contiene una biodiversidad exquisita, arrasada por el fuego desde el 10 de enero pasado.
Por Redacción Sala de Prensa Ambiental • 26/02/2022 19:00 • Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
Unas ochocientas mil hectáreas quemadas y millares de vidas humanas afectadas. Miles de millones de pérdidas económicas en una geografía que contiene una biodiversidad exquisita, arrasada por el fuego desde el 10 de enero pasado.
Una tragedia ambiental que se reflejará a lo largo del tiempo en la calidad de vida de los litoraleños. Miles de años de evolución hechos cenizas.
En diálogo con Sala de Prensa Ambiental, Emilio Spataro -correntino, licenciado en Gestión Ambiental y miembro de la Red Nacional de Humedales- da cuenta que «lo que está sucediendo en Corrientes es la crónica de una tragedia anunciada dado que, desde hace unos 10 años, atravesamos una significativa sequía producto del fenómeno climático de La Niña, pero con una mayor repetición por el contexto de crisis climática global».
Esta situación viene exacerbando -desde hace unos años- las condiciones para la ocurrencia de incendios extremos como los vividos en Córdoba, Santa Fe, la Patagonia y el Delta entrerriano, por citar los de mayor magnitud y terribles consecuencias para la vida cotidiana de los habitantes de esas regiones: «Las mismas condiciones estaban dadas en Corrientes, se venía acumulando vegetación seca, había alertas de incendios pero los gobiernos -provincial y nacional- no tomaron las medidas necesarias para evitar que la tragedia escale hasta este punto», indica Emilio Spataro.
«Incendios de grandes dimensiones se han extendido por toda la provincia en una escala catastrófica: más de la mitad del parque Iberá, por ejemplo, está afectado por el fuego», advierte Malena Srur, ecóloga y cartógrafa que desde hace 17 años trabaja en proyectos de conservación en los esteros correntinos.
Incendiarios seriales
Respecto de las causas que desataron el infierno en Corrientes, que llegó a tener 7000 focos de incendio activos, Spataro no duda en señalar que «hay una connivencia entre el sector económico y el Estado provincial para impulsar un uso de la tierra no sustentable, rechazando la gestión ambiental de todo el territorio».
Según el especialista,«el gobierno correntino basa su política ambiental en la gestión de áreas protegidas; principalmente de los Esteros del Iberá pero deja hacer y deshacer a empresarios ganaderos, forestales y arroceros en el resto del territorio provincial», explica Emilio Spataro y agrega que «los ecosistemas no conocen de los límites artificiales que contienen a las reservas naturales: cuando se quiebra el funcionamiento ecosistémico se termina afectando a toda la población porque perdemos los servicios ambientales que los ecosistemas brindan».
En tanto, Malena Srur da cuenta que en los Esteros del Iberá «predomina una cultura gauchesca relacionada con la cría de vacas en montes y pastizales asentada en forma de estancias, aunque últimamente se ve amenazada por el avance de las plantaciones forestales de pinos y eucaliptus en un esquema de monocultivo a gran escala que avanza sin pausa promovido por políticas públicas, como ejemplo: los subsidios que les otorga el Estado», y aclara: «estos montes son húmedos y por eso nunca se habían incendiado, una situación totalmente diferente a la de los bosques cordobeses o patagónicos».
En nuestro país, desde hace hace una década, se han presentado decenas de proyectos de ley para la protección de humedales: todos perdieron, año tras año, estado parlamentario en el Congreso Nacional.
Al respecto, el integrante de la Red Nacional de Humedales indica que «si tuviésemos sancionada la Ley de Humedales hoy tendríamos las herramientas necesarias para que la situación no llegara a este extremo de gravedad. Por ejemplo, si se hubiese realizado un ordenamiento territorial incluyendo a los humedales se hubiera determinado cuales no debían ser forestados por la industria maderera, porque realizan plantaciones con especies industriales sobre bañados, malezales y cañadas en momentos de sequía y los terminan destruyendo. Secan las lagunas para el crecimiento más rápido de los pinos y eucaliptus y luego, también los implantan en las lagunas desecadas. De esa manera afectan el paisaje y a todos los humedales», remarca el especialista correntino.
«Esta política permanente del gobierno correntino -en connivencia con los sectores forestales, arroceros y ganaderos- de oponerse a un ordenamiento territorial y no incorporar criterios de sustentabilidad en su producción han magnificado las posibilidades del fuego» explica Spataro y agrega que «han hecho que hoy tengamos este nivel de tragedia, inclusive poniendo en riesgo poblados enteros, porque a falta de ordenamientos territoriales se ha forestado con pinos y eucaliptus tanto en parajes como en los bordes de las poblaciones urbanas».
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Nota: Daniel Díaz Romero. Infografías e Ilustraciones: Noe Gaillardou