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Alta Gracia: las Acequias Jesuíticas fueron declaradas de Interés Municipal
El Concejo Deliberante de Alta Gracia declaró de Interés Municipal a las acequias que construyeron los Jesuitas y que son parte no solo de la historia de la ciudad, sino también se su arquitectura. Sobre esto, brindó detalles la artista plástica Hilda Zagaglia, entrevistada en el programa «Que No Se Te Escape».
Escuchá la entrevista completa: https://radiocut.fm/audiocut/hilda-zagaglia-hablo-acequias-jesuiticas-y-huella-afro/
La historia tiene una presencia destacada en la conformación de Alta Gracia como ciudad. Los asentamientos de pueblos originarios, sus morteros a simple vista. La invasión española con su ola de sangrienta civilización y con ella la llegada de los esclavos africanos, son parte del entramado de nuestra identidad.
Para conversar sobre la conformación de este ADN altagraciense y la declaración de Interés Municipal a las acequias jesuíticas, “Que No se Te Escape”, conversó con Hilda Zagaglia, quien viene hace años siguiendo la ruta de los esclavos. “Esto comenzó con el estudio de los negros esclavos. Yo venía trabajando con la cartografía de la conquista, con los mapas que los había relacionado con la conquista del cuerpo de la tierra, el cuerpo femenino dándole vida a la tierra. El maíz conquistado, el maíz seducido. Entonces a partir de ese trabajo cartográfico, la directora en aquel momento del Museo de la Estancia Jesuítica me convocó para hacer una intervención con el tema de la esclavitud que la UNESCO había propuesto para hacer diálogos identitarios y de aceptación de los otros grupos distintos y diferentes. Y la grieta era muy grande con respecto a la negritud; entonces se comenzó desde el año ’98 a trabajar y a difundir esta situación. Se armó entonces esta muestra donde estuvimos trabajando un año, donde se tomó conciencia del dolor que guardaban estos muros, el dolor y el silencio por años de invisibilización. Por supuesto, hechos por esclavos traídos, robados, vendidos, exiliados, marcados, traficados de África”.
En su relato se incorpora el impacto que tuvo la colonización. En ese sentido aseguró: “La esclavitud era algo bastante común con los guerreros de las batallas. Si no los mataban, los ponían como esclavos; digamos que el hombre ha sido bastante carnicero en este sentido. La de América fue la más larga, la que más duró. Porque fue todo un continente al que vinieron a sacar las producciones de estas nuevas tierras. Los indios tenían de alguna manera cierta protección por parte del rey de España, porque fueron declarados súbditos por la Reina Isabel. Después vinieron otros procesos políticos”.
También describió cómo fue el proceso de la construcción de estas acequias: “Los esclavos que llegaron a Alta Gracia, comprados por los jesuitas, unos trescientos, vivieron en La Ranchería, que es el lugar donde actualmente está la Escuela Manuel Solares. Los jesuitas tuvieron que ser independientes económicamente del virreinato. Esto hizo que Alta Gracia se desarrollara como un lugar productivo agrícola y ganadero independiente y con autoabastecimiento. Trajeron mucho conocimiento de mano obra. En el Obraje, están los testimonios de cómo pedían que hubiera más telares. Y para ese desarrollo lo más importante era el agua. Y éste es punto en el que he estado trabajando».
«El arroyo que cruza Alta Gracia y desemboca en el río Anisacate, fue aprovechado por ellos. Construyeron el Tajamar y para llevar el agua hasta allí, que estaba 60 metros más abajo, había que tener una ingeniería hidráulica, sin los topógrafos y mediciones que hay ahora. Y eso lo hicieron con los saberes de los jesuitas, que eran tres y los 300 esclavos. Hicieron este recorrido, que cavaron los esclavos por supuesto, y que llega hasta el Tajamar. En esos tiempos el clima era muy seco, pero las lluvias eran torrenciales y las crecientes arrasaban con todo. Para evitar eso los jesuitas se ingeniaron para ir frenando los caudales en épocas de lluvia, armaron seis paredones más arriba; entonces cuando el agua llegaba abajo, venía mucho más suave. En este caso el sistema funciona, este concepto de acequia funciona sobre el agua que tiene una mirada desde lo pasado; esta memoria de lo pasado con estos cuerpos que ingresan al nuevo mundo para ser explotados, que nos lleva a un presente donde el agua es la vida, que es lo que tenemos que defender. Ese paisaje antiguo queda integrado a la nueva urbanización. Una ciudad como la nuestra, con su Tajamar, es única”.
Respecto del proyecto recientemente aprobado afirmó: “La invitación es a hacer este recorrido de memorias, de identidades, de respeto, porque ahí unimos lo Comechingón, que era el asentamiento previo. Entonces el proyecto es mostrar lo prehispánico y lo pos hispánico, con todo su circuito. El sentido del recorrido de esta acequia, es que ahí metimos dos museos al aire libre. Éste era un proyecto que ya venía desde hace algunos años y a veces se ve a la cultura como distractora y no como formativa. Entonces se aprueban dos museos, con todo lo que implica desde distintas miradas, lo autóctono, lo histórico, lo sociológico y lo físico para explicar cómo subir el agua desde sesenta metros más abajo. En este recorrido se va mezclando lo pos hispánico, con el asentamiento originario y se va construyendo una trama. Una trama de compromiso y de mucha imaginación, para el caminante, para el alumno, para el maestro”.