Córdoba obrera

Marcha de Mujeres indígenas contra el Terricidio: Cuando la boca se cansa de hablar, gritan los pies

Por PrensaRed • 15/05/2021 12:00 • Tiempo estimado de lectura: 3 minutos

PrensaRed

El 14 de marzo último, un grupo de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir empezó a caminar desde el norte del país, mientras otro lo hacía desde el sur. El 25 de mayo se encontrarán en Buenos Aires para levantar todas juntas una gran bandera: Terricidio  – Crimen de lesa humanidad y lesa naturaleza.

Por Graciela Pedraza*

Lunes 10 de mayo. Humito de palo santo ahumado en la plaza que nuestros indígenas llaman Kamichingón; antes Colón. El frío asusta pero no espanta. Un centenar de personas rodea la ceremonia que ofician las hermanas de pueblos originarios. Suena la caja y se alzan voces en coplas de agradecimiento a la  pacha, la mapu, la tierra; pero también el canto advierte: ¡Guay que ya no se aguanta!

La celebración en la plaza Colón es el recibimiento que el colectivo cordobés Jaruma hace a las compañeras de la columna norte, las que salieron desde Jujuy hacia aquí. Vienen paso a pasito, al tranco, a como dan las piernas, y si por ahí fallan, hacen un trecho en colectivo, o en un camioncito generoso, llegan a un pueblo, luego siguen talón y talón, pies adelante y pies atrás…Porque camino y andar, son la misma cosa.

Andrea Bustos es parte de Jaruma (siempre  libre, en lengua kakán). Anda de aquí para allá como buena organizadora que es. Joven, no tiene dudas de su identidad comechingona porque ha buceado en sus ancestros, allí en el mismo pueblo de La Toma, hoy barrio Alberdi.

Cuenta que Jaruma es un movimiento de mujeres y disidencias indígenas, “en mi caso particular, yo me autopercibo así. Tengo certeza de mis orígenes y mis raíces originarias. Muchas personas no lo saben o no lo dicen, porque no han pasado ese proceso de autoreconocimiento. Hay silencio en muchas familias sobre el tema. De eso no se habla”.

La caminata Basta de Terricidio reúne a los 36 pueblo-nación de la Argentina. “No somos ingenuas. Sabemos que el proceso será largo, no basta con las leyes, porque lo que se necesita es cambiar el sistema. Por eso, el detenerse en ciudades y pueblos –cuenta Andrea- tiene como fin explicar qué es el terricidio, qué estamos pidiendo. Despertar la conciencia es el objetivo. Hay que entrelazar luchas, escucharse, hacer circular la palabra, ver las problemáticas de cada lugar…Miremos nomás lo que pasa en Córdoba, donde los problemas desbordan: los desmontes que se transforman en megaobras, los incendios con ese fin, los desalojos, los avasallamientos de territorios originarios, la contaminación de nuestro río, la minería… a la tierra le lleva mucho tiempo recuperarse de tanto daño. Pero terricidio también es discriminación, violencia hacia la mujer, por ser indígenas, por tener la piel más oscura, todo eso lo vivimos cotidianamente en una Córdoba que se cree europeizada. Hay muchos problemas comunes que nos unen, por eso presentaremos un petitorio al congreso nacional, para exigir que tanto agravio, tanto daño, sea declarado delito de lesa humanidad y lesa naturaleza, porque la madre tierra también es sujeto de derecho. Y que los terricidas que atentan contra ella, sean juzgados y condenados. Decimos: Mientras no tengamos justicia, para ellos no habrá paz”.

¿Por qué caminos andarán ahora las compañeras de la comunidad tapiete de Tartagal, Deolinda Rodas, Tatiana Campos, Patricia Velázquez…? ¿Y qué será de la aymara Eugenia Butrón Cárdenas y la ranqulche Blanca Márquez? ¿Y la mapuche Lucía Roldán? ¿Recorrerán el mismo tramo la sanavirona Rocío Vélez y las compañeras Julia e Isabel, bolivianas? ¡Y tantas otras que ayer nomás salieron de acá!

Llegarán a Buenos Aires con los pies maltrechos, desflecadas y en las últimas las zapatillas, comiendo mal y durmiendo peor. Pero enteras. Y caminarán con ellas los indignados, los humillados, los ninguneados, los que se hartaron, los que rehúsan ser “cómplices silenciosos frente a la destrucción de la vida”.