Política y Economía

Más que nunca, las Malvinas son una cuestión de integridad

El reclamo argentino por la soberanía sobre las islas sigue vigente. Resoluciones internacionales lo confirman. Pese a eso, Reino Unido continúa militarizando el archipiélago.

Por Redacción La Tinta • 05/04/2023 09:02 • Tiempo estimado de lectura: 7 minutos

La ocupación británica de las Islas Malvinas en 1833 fue un acto de colonialismo y una violación a la integridad territorial de Argentina. Desde entonces, el gobierno argentino ha reivindicado la soberanía sobre las islas y buscado una solución pacífica a la disputa a través de negociaciones con el Reino Unido.

En 1982, durante la dictadura genocida, se produjo la guerra, tras la cual se estableció un acuerdo para que las partes reanudaran las negociaciones sobre la soberanía del archipiélago, pero no se llegó a buen puerto. Desde entonces, Argentina ha mantenido su reclamo de soberanía sobre las Malvinas y recabado apoyo internacional para su posición.

En la actualidad, Reino Unido sigue manteniendo su control de facto sobre las islas y ha aumentado su presencia militar en el lugar en los últimos años, lo que generó preocupación en Argentina y en otros países de la región. En un contexto de creciente militarización a nivel global y en un escenario geopolítico tan inestable como cambiante, tanto la presencia de tropas como la ocupación ilegal de un territorio en una región que es considerada zona de paz debe alertar y obligar a las partes a encontrar una salida diplomática que pueda terminar con esta situación.

Cuando se cumple un nuevo aniversario de la guerra de 1982, es importante hacer un recorrido histórico de la diplomacia alrededor de la cuestión Malvinas, por qué las islas son tan importantes, más allá de lo simbólico, y en qué estado se encuentra hoy la situación.

Diplomacia truncada

La Resolución 2065 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) fue aprobada en 1965, con el objetivo de instar a Argentina y Reino Unido a reanudar las negociaciones para buscar una solución pacífica a la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. La resolución también pide a ambas partes que se abstengan de tomar medidas unilaterales que puedan aumentar las tensiones en la región.

Hubo algunos períodos de diálogo, como cuando, en 1973, el entonces presidente Juan Domingo Perón y la embajada británica estuvieron a punto de llegar a un acuerdo para establecer una soberanía conjunta, con las dos banderas flameando. Sin embargo, Perón murió en 1974 y las conversaciones quedaron en la nada.


Después de la guerra, las Naciones Unidas adoptaron la Resolución 40/21, en 1985, que instaba a los dos países a reanudar las negociaciones sobre la disputa de soberanía y a respetar los derechos humanos de la población de las islas. Desde entonces, la ONU adoptó otras resoluciones en relación con esa disputa, demandando a ambas partes a retomar el diálogo y buscar una solución pacífica a través de medios diplomáticos. Pero el gobierno inglés tiene su postura innegociable al respecto, tal y como se lo expresó en su momento Boris Johnson a Alberto Fernández, al decirle que “sobre Malvinas, no hay nada que hablar”.


Suele olvidarse que fue justamente Perón uno de los primeros dirigentes políticos en reconocer la importancia de las Islas Malvinas para la soberanía y la integridad territorial del país. Durante su primer mandato, inició una campaña diplomática para reclamar la soberanía argentina sobre las Malvinas ante la comunidad internacional y promovió una serie de iniciativas para establecer una presencia argentina en las islas.

En particular, en 1947, el gobierno envió una expedición al archipiélago, que estableció una base temporal y la presencia de una pequeña guarnición militar, lo que representó el primer intento concreto de ejercer la soberanía argentina en la era moderna. En sus escritos y discursos, Perón sostenía que la cuestión de las Malvinas era una cuestión de justicia histórica y de defensa de la soberanía nacional. El entonces presidente argumentaba que la ocupación británica era una violación de los derechos territoriales de Argentina y que la lucha por la recuperación de las Malvinas era un asunto de interés nacional y latinoamericano.

Islas estratégicas

Por su ubicación estratégica en el Atlántico Sur, las Malvinas tienen una gran importancia geopolítica. Desde el punto de vista militar, pueden ser utilizadas como una plataforma para proyectar la presencia de un país en la región, permitiendo el control del acceso al océano Atlántico Sur y al Paso de Drake, el tramo de mar que separa América del Sur de la Antártida, entre el cabo de Hornos (Chile) y las islas Shetland del Sur (Antártida).

Además, las islas son un territorio rico en recursos naturales, como el petróleo y la pesca, lo que aumenta su importancia económica. La explotación de estos recursos puede generar importantes beneficios estratégicos para cualquier país que tenga soberanía sobre ellas. Entre los recursos más trascendentes, se encuentran las reservas de crudo y gas natural en su plataforma continental, convirtiendo a las islas en un lugar atractivo para la exploración y explotación de hidrocarburos.

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Asimismo, la pesca es otra actividad económica relevante, ya que sus aguas son ricas en diferentes especies. A su vez, la turba es un recurso natural importante en las Malvinas, utilizada como fuente de combustible y material para la construcción. También cuentan con depósitos de recursos minerales como oro, plata, plomo y zinc. Pero no solo eso: su rica biodiversidad de flora y fauna, incluyendo especies endémicas como el pingüino de las Malvinas, también es un recurso natural de gran valor.

Reordenamiento mundial

Uno de los sucesos más recientes en relación a las Malvinas se inscribe dentro del gran reordenamiento mundial que se está produciendo desde la guerra en Ucrania. Reino Unido busca un mayor control en las islas y en su zona de influencia. Para ello, sumó a militares provenientes de la pequeña República de Kosovo, surgida en 2008, y que, a su vez, intenta lograr un reconocimiento internacional para, además, formar parte de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En ese marco, el gobierno argentino denunció, a comienzos de marzo, que Londres quiere sumar a fuerzas de la OTAN en Malvinas. Lo cierto es que, el pasado 13 de enero, siete soldados kosovares llegaron al archipiélago y fueron enviados a la base militar Mount Pleasant, construida por la OTAN tras el final de la guerra, en 1985. Por supuesto, esto provocó el abierto rechazo de la Cancillería argentina, al considerarlo “una injustificada demostración de fuerza” por parte de la administración británica. En ese sentido, las circunstancias actuales representan una oportunidad para Reino Unido para volver a expandir su presencia a nivel global en países de los Balcanes, por un lado, pero, sobre todo, en sus posiciones en la región del Atlántico Sur.

Teniendo en cuenta este trasfondo, es imposible soslayar que las Malvinas revisten, más que nunca, una mayor relevancia para Argentina y para América Latina. Las islas no sólo son de gran importancia para nuestro país por el enorme valor simbólico que poseen y por sus recursos naturales -en un escenario mundial de escasez de los mismos-, sino también por la memoria y por la sangre de los 649 soldados caídos en defensa de la patria, a los que hay que sumar cientos o miles que se suicidaron o tuvieron que arrastrar con problemas mentales y estrés postraumático tras el final del conflicto bélico.

Como bien argumentaba Abelardo Ramos, la cuestión Malvinas se trata de un símbolo de lucha contra el colonialismo y el imperialismo, ya que la ocupación británica es una afrenta a la integridad territorial de Argentina y una violación del derecho a la autodeterminación, que en algún momento debe terminar.

En la actualidad, es fundamental sostener una política de Estado que vaya en línea con un verdadero conocimiento y comprensión de la actualidad geopolítica para, de esta manera, evitar convertir al país en peones de luchas ajenas y no perder de vista la necesidad imperiosa de resguardar y asegurar el control sobre lo largo y ancho de la nación argentina.

FUENTE: Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta.