Elecciones

Sobre los Jóvenes Libertarios  

Desde frustración económica hasta rebeldía, los votantes se dividen. Se cuestiona cómo motivar la participación política basada en el deseo en un contexto eco-transfeminista.

Por Redacción La Luna con Gatillo • 05/12/2023 00:18 • Tiempo estimado de lectura: 8 minutos

El fenómeno-Milei va más allá de la ignorancia o estrategias; refleja traumas sociales arraigados. Desde frustración económica hasta rebeldía, los votantes se dividen. Se cuestiona cómo motivar la participación política basada en el deseo en un contexto eco-transfeminista. Plantea la plurinacionalización como una vía hacia comunidades que compartan ideales en lugar de luchar con la frustración ajena.

1 Empecemos estableciendo un acuerdo: no podemos reducir el fenómeno-Milei a la supuesta “ignorancia” de la gente ni a la desinformación de los medios de comunicación ni a su maquiavélica estrategia de campaña. El fenómeno-Milei es, como cada cuatro años, una representación simbólica de traumas y malestares sociales.

Desde que el mundo es mundo les humanes formamos alianzas y establecemos Verdades que luego defendemos con uñas y dientes. Aquelles “herejes” que no respetan nuestras Verdades son tratades, o bien con furia, o bien con paternalismo, sosteniendo que esas personas son pobres almas que todavía no han tenido la epifanía que liberará su espíritu. Cristianismo, Patriotismo, Peronismo, Liberalismo y hasta Feminismo, la estructura con la que les humanes construímos colectividades está siempre ligada a una negación. Una otredad a través de la cual definimos un Nosotres.

¿Existirá acaso otra forma de construir identidad? ¿Podremos algún día generar sincretismos sin ponerlo todo en una escala de valores insoportablemente tediosa que termina siempre volviéndose contra nosotres? ¿Lograremos una administración de los recursos que nos libere del peso de la competencia individualista y nos permita al fin el goce de la competencia lúdica? Ojalá. Dios nos oiga. Al menos siempre nos quedará París. Podemos todavía permitirnos la observación, la crítica, el análisis. Encontrar patrones, diseñar estrategias, generar herramientas (It’s still the same old story // A fight for love and glory).

2  Como ya se ha dicho muchas veces, el voto a Milei es sobretodo un voto bronca. Un hartazgo acumulado ante una democracia representativa cuyo fracaso es cada día más evidente. Mi intensión ahora es distinguir, sin embargo, entre dos categorías posibles de votantes de Mieli (basándome en los arquetipos que he ido observando).

Por un lado, tenemos aquellas personas que llevan muchos años frustradas por las dificultades económicas. Gente que cada vez trabaja más y cada vez le rinde menos. Esta fracción de su electorado (que a mí entender es la amplia mayoría) es la razón por la que a pesar de todo no logro sentirme enojada por el resultado de las elecciones. ¿Cómo convencer a alguien que lleva una, dos o hasta tres décadas pasándola como el orto, de que ahora sí tenemos con quién? Nos reímos de los “35 años para ser Alemania” de Milei, pero seguimos culpando a les antiperonistas de que a 40 años del regreso de la democracia todavía no somos capaces de organizar el trabajo y el territorio con equidad.

Este texto, sin embargo, busca hablar de otra fracción, mucho más pequeña, de votantes de Milei. Aquellas personas que quizás no votaron desde la desesperación y el hartazgo, sino desde una rebeldía “adolescente”. Aquellos que lo eligieron y lo militaron con el convencimiento de que entregar las empresas del Estado a multinacionales ultra-capitalistas es la mejor solución posible al problema de la desigualdad (si es que realmente les importa).

Los autodenominados: Jóvenes Libertarios.

Se dice de este sector de la población que “aprendieron economía por Youtube” y que viven todavía con sus xadres. Estos “virgos”, que no han tenido todavía la experiencia de “ganarse la vida”, se encierran horas en sus piezas a ver vídeos y responder agresivamente en las redes sociales.  De los 14 millones y medio de personas que lo votaron, sabemos que sólo la mitad tuvieron el convencimiento de ir a votarlo en las generales. En Córdoba, por ejemplo, de los 2 millones de personas que lo votaron, unos 20 mil fueron a recibirlo cuando vino. Supongamos que, de esos veinte, diez son explotadores capitalistas interesados en pagar menos impuestos, mientras que los otros 10 son “Jóvenes Libertarios”. Extrapolando esa proporción digamos que hay entre 70 y 100 mil en todo el país (parece poco, pero tengamos en cuenta que vivir en casa de tus xadres sin trabajar es un privilegio bastante poco común).

Es en esa población en la que quisiera detenerme ahora.

3  Hace un par de semanas vino a la UNC la investigadora feminista Silvia Elizalde. Su tema de investigación fue el impacto de “las pibas” durante la marea verde que llevó a la legalización del aborto. “Las pibas” son aquellas adolescentes que militaron la campaña no sólo en las calles sino también “en la casa y en la cama”. Mi intención es hacer un paralelismo entre estas adolescentes, convencidas de que el feminismo es la salida, y los Jóvenes Libertarios, que buscan la desaparición del Estado en todos los ámbitos salvo quizás en el de la “seguridad”.

Sería epistemológicamente irresponsable descartar la posibilidad de que haya una correlación entre la marea verde y ésta “contra-marea” libertaria, fuertemente patriarcal. La explosión feminista singnificó un gran golpe para los varones. Casi que de la noche a la mañana se expandió un cuestionamiento a privilegios que la mitad de la población venía gozando hace milenios. Los grandes Héroes y Príncipes Salvadores pasaron a ser (literal) los malos de las películas, reemplazados ahora por princesas autosuficientes. Tanta fue la necesidad de generar una identidad feminista que todavía llamamos (despectivamente) aliadín a aquellos varones que buscan quedar de este lado de la Grieta. La única vía posible para que una persona con pene pueda participar del movimiento (vía conquistada gracias al reconocimiento de una lucha histórica) es renunciar a su género y ser aceptade en las filas transfeministas.

Por supuesto no pretendo poner a los varones cis en una posición de victimas, sino simplemente ensayar una caracterización de estos jóvenes pensando en que, nos guste o no, hoy el futuro del ecosistema depende también de ellos. Mi intención es tomar una posición crítica, quizás hasta un poco “fría”, “calculadora”, y pensar estratégicamente en la emocionalidad de todos aquellos varones que se sintieron excluídos a priori del proyecto político más grande de la historia, recibiendo un único rol posible: renunciar a privilegios y adquirir responsabilidades de cuidado.

En tal caldero no es ninguna sorpresa que surgiera un varón (muy varón) ofreciéndoles una pastilla morada que les llevará a un mundo más allá de todo lo real, devolviéndoles el rol de Héroes que nunca deberían haber perdido. Blandiendo la motosierra con el mismo ímpetu fálico con el que el Dibu sacudió su trofeo, Milei le habló a todos aquellos varones dolidos por las ofensivas feministas contra su genitalidad, que vieron una oportunidad para salir a revolearla de nuevo.

4 No la vas a poner, amigo dicen los varones “machos” cuando los “aliadines” rompen el pacto masculino y defienden posturas feministas. A riesgo de sonar demasiado freudiana, creo que en ese intercambio está la clave para entender la pérdida de capital sexual y simbólico que representó el feminismo para ellos. Y es que (piensa el macho) ¿Qué otro beneficio personal podría sacar el aliado sino una retribución sexual? ¿Por qué más alguien renunciaría a su reino, sino por amor?

No la vas a poner, amigo intenta hablar sobre las intenciones del aliado (que quizás, además de un genuino deseo de coger con feministas, tiene también una visión política… o quizás es bisexual o marica, y ve en el feminismo una alianza posible para eliminar el homo-odio, etcétera) pero como dicen las abuelas, “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Es justamente la sexualidad del macho la más violentamente atacada por el feminismo. No la vas a poner, amigo es algo que podemos imaginarle diciéndose a sí mismo, tras descubrirse excluído del interés sexual de cientos de miles de mujeres.

Respecto al “aliadín”, supongamos que fuera cierto y que una de sus motivaciones principales fuera establecer vínculos sexo-afectivos con feministas (aún a costa de un apodo peyorativo y el odio de los machos), ¿Es realmente esa una actitud reprochable? La marea verde tiene el objetivo muy concreto de salvar vidas, pero detrás de la legalización del aborto hay mucho más que una actitud sacrificada en nombre de la salud colectiva. En el aborto y la ESI está latente un fuerte deseo de liberación motivada por el goce. El derecho al goce, como se le llamó incluso. Liberar al placer del conservadurismo patriarcal.

Un aliado feminista, sea por hétero o por desviado, tiene casi siempre una motivación a través del deseo que logra movilizarlo a pesar de la crítica.

¿Cómo lograr, entonces, una motivación política basada en el deseo, que motive a los machos a formar parte de un mundo eco-transfeminista?

FUENTE: La Luna con Gatillo. Nota completa.