Sociedad

Un encuentro verde

Por Lucía Gregorczuk • 11/12/2020 01:35 • Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

En la Cámara de Diputados se desarrolla una sesión histórica y Córdoba acompaña desde las casas, en los bares, en las calles.

Las calles de Córdoba se pintan de verde. Toda la provincia está alerta, se convocan vigilias, se preparan espacios céntricos.

En Córdoba capital, en Plaza Veléz Sarsfield, se instalaron dos grandes pantallas, algunos puestos con agua y frutas, música que suena mientras se espera que comience la sesión de Diputados; las agrupaciones levantan sus banderas, algunos puesteros empiezan a ofrecer bebidas frescas, se prende el fuego de las parrillas, algunas chicas corren a abrazarse. 

Empiezan a armarse los grupos de amigas/amigos/amigues, que se abrazan, hacen un círculo, sacan cada uno su mate, una cerveza o jugo y se ponen al día. Algunas no se ven hace mucho, para otras personas es la primera vez que salen a la calle o que vuelven al centro. Hay quienes hicieron el esfuerzo de venir de algún pueblo cercano. 

“Extrañaba esto”, dice una chica de pelo violeta, con un pañuelo verde en el cuello y los párpados llenos de brillantina, sonriéndole a su grupo.

En la Cámara de Diputados se desarrolla una sesión histórica y Córdoba acompaña desde las casas, en reuniones de pocas personas en un living con aire acondicionado, en un patio verde y fresco, al lado de la pileta, en la vereda con una birra o una coca fresca.

En las calles del centro el calor se combate con alguna bebida fría, tereré, pero también están las que no le temen al mate caliente. Los grupos se ubican, los barbijos convierten los saludos en algo complejo, difícil. “Ya no sé cómo saludar”, se ríe una mujer que decide que la mejor solución es abrazar a su amiga.

Niñas/es/os corren entre las personas. Hay algunas parejas jóvenes con bebés, que pudieron decidir tener su hije y por eso acompañan este debate. Están las/los/les que abortaron. Están las/los/les que acompañaron.

Las risas, las charlas se cuelan entre la música. El ambiente es familiar, amistoso, lleno de gente de diversas edades.

Algunas fueron con sus madres o sus abuelas, hay una familia entera de mujeres: cuatro generaciones juntas que se acompañan.

Comienza la sesión.

Los rostros con glitter verde o violeta se multiplican, algunas se hicieron maquillajes con dibujos complejos, incluso con adornos de joyas de fantasía pegadas a la piel. Brillan los ojos, aunque las sonrisas no se ven tras los barbijos.

Va cayendo poco a poco el sol, el calor no afloja, pero a nadie parece importarle.

La sesión va avanzando y a cada representante que aparece de verde, se lo escucha y se lo aplaude. Cuando el diputado o diputada es alguien en contra del aborto legal, una chica se acerca a una pantalla y levanta una pancarta que dice Será Ley. 

En los costados de la concentración, las agrupaciones ofrecen agua fresca y naranjas “¿una frutita?”, pregunta un chico con una bandera LGBT en la muñeca, a un grupo de chicas. Se reparten las naranjas, una pide agua fresca para el tereré.

Las imágenes de mujeres, personas no binaeries, hombres trans, abrazades, compartiendo, en ese momento de encuentro, recuerda a esa  frase “me cuidan mis amigxs…”

Se aplaude a rabiar a las diputadas a favor después de su discurso. En algunos momentos las locutoras del acto toman el micrófono y cantan junto a las personas presentes. Se levantan pañuelos. 

Se siente la alegría, se llenan los ojos de lágrima, la emoción es palpable. Están de vuelta juntas en las calles, el aborto puede llegar a ser ley y es una esperanza, pero también es una necesidad: por las que no se salvan, las que mueren en el aborto clandestino, las que sufren complicaciones.

Baja el calor. Sopla el viento que llena todo de olor a chori. Las canciones se encienden y la emoción vuelve a sentirse palpable.

A un costado de una de las pantallas hay papeles impresos con algunos mensajes que recibieron las Socorristas de Córdoba, esas mujeres que marchan de peluca rosa y que se organizan en todo el país para acompañar abortos seguros con Misoprostol. Uno de esos mensajes dice: Gracias. Me salvaron.