Sociedad

Unquillo: una Red solidaria para ayudar a comedores y merenderos

Por Utz Lucia Gregorczuk • 27/06/2021 08:00 • Tiempo estimado de lectura: 11 minutos

Actualmente tienen tres Campañas Solidarias activas: colecta solidaria para combatir el frío (se pueden donar abrigos, garrafas colchas, leña), el Programa de Madrinas y Padrinos (para donar mensualmente un aporte económico) y una campaña para sumar voluntades y ayuda presencial.

Comienzan la jornada cargando el auto los pedidos, módulos individuales con alimentos y, ahora en invierno, los tan necesarios abrigos. La gente de la Red de Comedores Solidarios de Unquillo se prepara para salir a repartir a los cuatro comedores que ayudan.

Dos de estos establecimientos, también son merenderos. Arman porciones que la gente se lleva a sus propias casas, ya que los espacios sólo funcionan para cocinar y se evitan las aglomeraciones por el Covid19.

«Hay una familia que necesita abrigos y módulos de alimentos porque están con coronavirus», explica Selva.

Esa familia es la encargada de Sonrisas Solidarias, un comedor que distribuye 72 porciones a la gente del barrio. Se les llevará lo necesario para pasar las dos semanas de aislamiento y algo de ropa de invierno para reforzar lo que ya tienen. De paso, verán si el municipio les acercó agua, remedios o alguna otra ayuda.

El auto es prestado, del hermano de Leo, uno de los compañeros. Las manos alcanzan para cubrir el día y llevar módulos y alimentos a distintos puntos de la ciudad. Va a ser una mañana larga.

El dato que tiran durante el viaje es alarmante: hay 19 comedores en Unquillo, según lo que lograron contabilizar. La Red ayuda a 4. De los otros comedores de Unquillo, algunos tienen sus propios padrinos, otros tienden sus propias redes, unos cuantos están muy aislados y sólo los ayudan los vecinos y vecinas de sus zonas.

La situación en muchos barrios es crítica. Ha crecido la cantidad de porciones. Lo prioritario, para muchos establecimientos, es darle de comer a personas mayores e infancias, que son los rangos etarios más vulnerables. Pero ahora hay familias enteras, padres y madres que piden colaboración para comer al menos un plato caliente en el día y poder seguir laburando, haciendo changas, rebuscándoselas.

La primera parada es en Dulce, uno de los comercios que colabora con la red, les vende al por mayor verdura al costo y se hace cargo del flete. Hay otros comercios que participan, ayudan y reparten: una carnicería, dos panaderías, el resto de los alimentos viene de donaciones de gente de la zona.

Esta vez alguien acercó cajas de café y matecocido, que se repartirán como un plus en algunos puntos.

El nacimiento de la Red

El auto encara hacia barrio Pizarro, donde están Gloria del Comedor Eva Perón y Blanca, de Sonrisas Solidarias, el comedor que va a estar cerrado unos días porque el Covid anda dando vueltas.

Sin embargo, estos no son los espacios que le dieron el primer puntapié a la Red.

El nacimiento se da primero con unas compañeras que ya venían trabajando en el barrio Dibo, desde un espacio de mujeres que se cierra en marzo de 2020 por la pandemia. También había una agrupación de La Jauretche, que trabajaba el territorio y tenía contacto con las referentes de los comedores.

En abril, la gente del comedor del Dibo hacen un primer pedido de ayuda: necesitaban cubrir la garrafa y algunos elementos de la cocina, manos para colaborar con la producción de las porciones. Y desde el día uno, el nombre surge: Red de Comedores Solidarios.

En menos de un mes se acerca a la Red gente que necesitaban ayuda y que estaban reactivando espacios de asistencia durante la pandemia: ahí entran los comedores de barrio Pizarro, que piden colaboración, manos y visibilidad.

«En Barrio San Miguel, de la mano de la Red, se identifica la necesidad de un nuevo comedor en la zona y se crea Les Miguelites, que es un comedor de emergencia que, por la cuarentena estricta que se daba en ese momento, ayudaba a mucha gente que no podía salir a trabajar», cuenta Guille, otro de los que colabora en ir y venir llevando alimentos y donaciones.

En plena pandemia, en lo peor de las restricciones, se reactivan de manera urgente 4 espacios y a la Red se empiezan a sumar amigos, amigas, vecinas y vecinos. No son muchos, son 8 personas las que participan activamente, pero siempre llega alguna mano amiga, algún auto prestado, un dinero extra o una donación urgente.

Comedor Eva Perón

El auto se detiene en el primer punto: el Comedor y Merendero Eva Perón de Barrio Pizarro, que llevan adelante Gloria y su familia.

Están trabajando martes, jueves y viernes con el comedor y dan más de 120 porciones. «A veces muchas más», dice Gloria con una expresión preocupada. El resto de los días es el merendero con la Copa de Leche.

Hace 5 años puso este espacio propio, para ayudar al barrio: «una de las diferencias más grandes entre antes y ahora con la pandemia, es la cantidad de gente. Antes teníamos 20 niños, ahora tenemos 54 y los adultos ya no puedo contarlos, son muchos», menciona Gloria, que también señala que «la semana pasada vinieron 14 de una misma familia, hermanos, padres, abuelos, primos… falta trabajo, se quedan sin changas y nos los asiste nadie».

Siempre son necesarias más manos, para cocinar, repartir, organizar, llevar.

Actualmente «ayuda tenemos, tenemos dos padrinos del comedor y de la Red de Comedores recibimos mucha colaboración», menciona Gloria, «pero con el invierno estamos necesitando abrigo para niños y la gente mayor, que son los que más sufren el frío y una olla grande para poder hacer más porciones«.

Cualquier colaboración es bienvenida y Gloria deja su contacto y el domicilio para quienes quieran acercarse a colaborar: «El que quiera ayudar que sume su granito de arena, es muchísimo… Pueden contactarse al 3453 301361, que es mi celular o venir hasta Mataco 238 de barrio Gobernador Pizarro«, comenta con una sonrisa. Siempre las manos voluntariosas que quieran ayudar con la olla, son bienvenidas.

El Covid y la necesidad de asistencia

La segunda parada es en la casa de Blanca. La distancia social se mantiene, los barbijos se ajustan, es muy raro no poder saludarse ni siquiera con el puño o con el codo. Los módulos de alimento (unos bolsones con elementos de primera necesidad) y las bolsas con abrigo se dejan en la entrada.

Blanca insiste en quedarse lejos y comenta que a ella, por suerte, no le agarró tan fuerte el Covid, pero está preocupada por la hija.

Selva le pregunta si la gente que va a buscar las porciones está avisada. «Nos hablamos por whatsapp con los vecinos y se va corriendo la información. Con suerte, las 72 porciones que no podemos dar esta semana, las va a dar algún otro comedor» asegura Blanca. Conoce al barrio y su gente, sabe que la solidaridad corre tan rápido como la información.

Se cubren de manera comunitaria y colectiva, «se corre la bola», la «data» llega a la gente, la colaboración se da entre los todas las personas que pueden dar una mano.

«Son casas de personas», comenta Selva mientras se sube de nuevo al auto, «nadie tiene un comedor en sí. Son casas de familia, donde se cocina en una olla más grande y la gente va y se lleva una porción o varias para su grupo familiar».

Le preocupan los que van al comedor de Blanca, espera que logren cubrir estas dos semanas.

«Notamos que muchos comedores están muy aislados, no tienen la conexión con los comercios, ni con la Municipalidad, pero la gente se auto-organiza entre vecines para poder brindar un plato de comida, una ayuda. Todo es gestión vecinal. Lamentablemente, están muy dejados por el Municipio», comenta Selva.

Todo a pulmón. «Lo que vamos viendo es que hay mucha necesidad, cada semana van aumentando las porciones«, menciona «son personas que no logran conseguir trabajo, su ida a los comedores se sostiene y cada vez son más». 

Y agrega, con un gesto de preocupación «llegan familias enteras, sin nada. No sólo hay necesidades alimentarias, sino otras básicas también: ropa, gas, agua potable, conectividad para que los chiques puedan estudiar«. 

Padrinos y Madrinas

La última parada es en Les Miguelites. Desde ahí Guille y Lu se llevarán el resto de los alimentos para el Dibo.

Casas de familia. Espacios adaptados para en un rincón hacer una olla enorme para compartir.

Movimiento comunitario. Urgente.

No hay quien reciba a los chicos en casa, pero saben que pueden dejar las bolsas con alimentos afuera, nadie va a tocarlas. El barrio sabe del trabajo necesario que se hace en Les Miguelites, ese comedor de emergencia que manejan algunos vecinos y vecinas de la Red.

Entre los cuatro comedores que ayuda la organización, de los cuales dos también trabajan como merenderos, en total suman más 1500 porciones por semana.

El tema de la pandemia llevó a la pérdida de trabajo, la reducción de jornada y desapareció la posibilidad de hacer changas de mucha gente. Los barrios de Unquillo se empezaron a organizar cada vez más y se reactivaron al mes de la pandemia muchos comedores, espacios de asistencia, centros culturales con objetivos retransformados y esas casas de familia que son un alivio entre tanto abandono del Estado.

«Hemos hecho muchos pedidos de colaboración al Estado Nacional, Provincial y Municipal. Muy esporádicamente, la provincia da unas cajas de leche, pero la Municipalidad nunca aportó nada. La Municipalidad dijo que no podía hacer más de lo que ya hace, que es repartir los módulos que dan de manera mensual y algunas viandas, que al momento del inicio de la pandemia hacían en una casa cuna de barrio Pizarro», comenta Guillermo.

Hay comedores y merenderos que están trabajando desde mucho antes, pero se ha potenciado el trabajo en los barrios desde la misma gente.

Entre todo esto la Red se hace completamente necesaria para fortalecer los espacios que ayuda. Actualmente tiene un Programa de Padrinos y Madrinas: donaciones monetarias que cada persona que se inscribe puede dar por mes y que les da un respaldo económico para poder comprar mercadería fresca todas las semanas.

“Nosotros los recursos que compramos de mercadería son secos, que tenemos en el depósito en la casa de unos vecines de Villa Aurora, que acompañan mucho a la organización. Y también compramos verduras que conseguimos en el Autoservicio Dulce y la carne la compramos en una Carnicería cerca de la entrada de Unquillo. Hay dos panaderías que nos proveen de bolsones de pan. Un vecino también nos hace una donación de huevos”, comenta Selva cuando hace el conteo.

Lamentablemente «el programa de padrinos y madrinas cubre lo básico, pero todo aumenta tanto que necesitamos que se sume más gente, ayudando aunque sea con lo mínimo. Todo suma» y agrega que «en un primer momento tuvimos una mesita de difusión que íbamos rotando por el centro, como para difundir y dar a conocer el trabajo de la Red, pero lo cierto es que ponemos el cuerpo más en los comedores y la distribución». 

Más allá de que cualquiera puede sumarse al Programa de Padrinos y Madrinas (cualquier donación mensual sirve para cubrir gastos), La Red de Comedores Solidarios de Unquillo está abierta para todos las personas que se quieran colaborar: se necesita gente que se quiera unir y pueda ayudar con el reparto si tienen movilidad propia, hacen falta ideas para seguir creciendo y mejorando, ayuda para inventariar, manos para cocinar.

Sin embargo, desde la Red instan a que otros grupos de vecinos y vecinas formen sus propias Redes para colaborar con los comedores y merenderos de sus zonas «no buscamos ocupar más territorio, sino unirnos con otras organizaciones y tejer más Redes, organizaron entre vecinos y vecinas para solucionar necesidades urgentes y dar una mano a quien lo necesita».

La jornada finaliza, pero el laburo sigue durante la semana y hay campañas que impulsar.

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